De un día para otro compran vehículos de lujo, financian costosos viajes al extranjero y hasta practican la beneficencia entre sus vecinos. Todo para mantener el negocio ilegal del tráfico de drogas. Sus cuantiosas ganancias son protegidas con la asesoría de abogados y contadores que se especializan en ocultar el origen del dinero, manteniendo la impunidad de sujetos que convierten barrios enteros en su particular dominio.
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