De la conmoción y la pena por el crimen de Sarah Everard, los londinenses han pasado a la indignación por el actuar de la policía que ha reprimido duramente las masivas manifestaciones. La desprotección de las mujeres y las pocas medidas por parte de la autoridad se han convertido en un debate nacional en Reino Unido y tienen en jaque al gobierno de Boris Johnson.
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