Espera extenuante. Gritos multiplicados por miles. Ansiedad creciente a medida de que se acercan las 22:00 horas. Y una cuarta jornada atípica para el Festival de Viña del Mar 2020: Maroon 5 interpretando la intro de "It was always you" con los animadores Martín Cárcamo y María Luisa Godoy aún presentando a la banda, la única deferencia ante la petición expresa de que su show siguiera la línea de su gira, sin cortes y sin entrega de premios -al menos no sobre el escenario-.
Ahora sí, a lo que vinimos. Sonido ecualizado de manera impecable. Cada uno de los instrumentos sumándose a la muralla pop del conjunto nacido en California. Y Adam Levine, de cresta moicana y chaqueta encuerada y deslavada, paseándose de lado a lado de la tarima pidiéndole a los fans que no dejen de cantar.
Cómo no, si en 30 minutos de show, Maroon 5 despacha "This love", "What lovers do", "Makes me wonder" y "Payphone", todos hits del nuevo siglo, casi sin despeinarse. Lanzados allí con desdén como diciendo esto es lo que tenemos y es casi inmejorable. Porque si bien ninguno de los músicos que secundan al frontman es particularmente un prodigio, llevan en la maleta un listado robusto de canciones que se asemeja a un listado de Spotify.
Agitan a la Quinta Vergara con "Moves like Jagger", aunque esa fiesta en sí misma descubre a un Adam Levine que no está en su noche más animada. Esta vez, descansa su performance en su carisma, su mirada puesta en la platea y ese falsete característico que forza como una competencia -idéntico a los discos-.
"Sunday morning", "Sugar", "She will be loved" y "Girls like you" redundan en un espectáculo correcto, pero que no fue mucho más que eso. Y todo de una sola vez.