Marc Anthony convierte la Quinta Vergara en una caldera en su regreso al Festival de Viña
Incluso media hora antes de iniciado el show televisivo del Festival de Viña del Mar, desde lo más alto de la Quinta Vergara se escuchaban gritos contra la nueva distribución del anfiteatro, donde la galería fue dividida en dos. Ni siquiera que María Luisa Godoy y Martín Cárcamo dijeran que Marc Anthony estaba en el lugar calmaba al "Monstruo".
El sonido ambiente distaba mucho de las noches anteriores, con los fans de Wisin Y Yandel o Raphael más preocupados de la entrada de los artistas. Pero bastó que el estadounidense se asomara frente a la cámara para que las quejas terminaran convertidos en vítores.
En su tercera venida al Festival y con 15 músicos sobre el escenario, el artista de raíces latinas pisa el escenario transformado en un showman que hace de cantante enamorado, fiero y cebollero en partes iguales; también de bailarín o director de orquesta, marcando las pausas y los silencios de su banda prolífica, exponentes extraordinarios de la salsa y los bailes de salón que salieron a la calle para darle sabor y cuerpo a esa teleserie candente y sufrida que se lee en sus canciones.
Marc Anthony tiene todo controlado. Parte la fiesta con "Valió la pena" y mantiene una columna vertebral de éxitos en los que descansa su repertorio como "Vivir lo nuestro" y "Abrázame muy fuerte"; termina "Hasta ayer" con un solo de guitarra rockero; y desata las pasiones del público con "Te conozco bien".
Y el artista vive cada tema con una emotividad que le aflora en la piel. Por momentos, parece un boxeador extenuado y a punto de quebrarse, con los ojos vidriosos y la mirada perdida, en un guion que sigue al pie de la letra cuando sale a escena, incluido el arrodillarse a besar el escenario en algún momento del espectáculo.
Eso sí, también se prepara para la improvisación, tomándose una selfie con una fan que subió al escenario y forcejeando con los guardias para invitarla a bailar por unos segundos.
Razones suficientes para que los asistentes pidieran en un par de oportunidades la Gaviota de Platino (después de haberle entregado la de Plata y la de Oro) y para que Becky G y Camila Gallardo se pararan arriba de sus asientos al ritmo de "Vivir mi vida".