De 1981 a 2013, Miguel Bosé cambió los pañuelos en la cabeza por las canas, ganó algunos kilos de peso y también fortaleció uno de los catálogos más reconocibles del cancionero en español. En esos 32 años, el artista nacido en Panamá se presentó en nueve ocasiones en el Festival de Viña del Mar, convirtiéndose en el rey indiscutido del certamen de la Ciudad Jardín.
De hecho, con su presencia en la edición 2018 batirá su propio récord, ya que con 10 shows en el escenario de la Quinta Vergara habrá dejado aún más atrás a La Ley que le sigue en el podio con siete conciertos antes de su separación.
Al margen de sus marcas, la carrera del intérprete de "Amiga" transita como la de un clásico que se encuentra en plena vigencia. El músico lanzó en 2016 su álbum unplugged para MTV, un trabajo en el que desarrolla todavía más su variedad de estilos musicales, como un camaleón que añade toques de mariachi a "Amante bandido" o que reubica a "Si tú no vuelves" en el electropop de arreglos orgánicos y orquestales.
Tintes de una exploración artística inagotable que pudo mostrar en parte en junio pasado, cuando ofreció dos conciertos en el Movistar Arena como parte de su gira "Estaré tour", que se enmarcó en la publicación de su disco desenchufado.
Uno que, además, lo señala como referente: desde Pablo Alborán hasta Marco Antonio Solís, pasando por Juanes, Natalia Lafourcade, Fonseca y Ximena Sariñana se cuentan como créditos de aquel trabajo.
Luego de sus pasos por el Festival de Viña del Mar en 1981, 1982, 1984, 1994, 1997, 2001, 2005, 2007 y 2013, la municipalidad lo reconoció este lunes con dos distinciones especiales por su cercana relación con la ciudad y su evento estrella: Visita Ilustre y artista Ícono.