El príncipe Harry y Meghan Markle tuvieron que pasar el día de San Valentín cada uno por su lado, ya que el duque de Sussex debía viajar a Bardufoss, Noruega, en el círculo Polar Ártico, con temperaturas muy bajas.
Ahí visitó a las tropas que realizan el tradicional ejercicio de invierno denominado Exercise Clockwork.
Cuando Harry fue llevado al interior de Quincey Shelter, un diminuto iglú improvisado, los soldados decidieron sorprenderlo con fotos de su boda con Meghan pegadas en las paredes, velas prendidas y música romántica de ambiente.
"Bichos raros. Es muy amable de su parte invitarme a su santuario privado o como quieran llamarlo. Y la música, ¿es eso parte? No es romántico", bromeó Harry al ver las decoraciones.
De acuerdo a Daily Mail, el soldado AET Burns declaró: "Él está acostumbrado al clima, creo, porque habló sobre los ejercicios en los que había estado, miró alrededor del refugio con las fotos y las velas y dijo que éramos rarísimos".
Los duques de Sussex se están preparando para dar la bienvenida a su primer hijo juntos. Se espera que el bebé real llegue en la primavera.