Un extraño regalo recibió en el verano de 2013 el científico Timothy Koeth. Se trataba de un cubo —aparentemente de uranio—, que venía con un mensaje asegurando que fue "tomado del reactor que Hitler trató de construir".
Si los supuestos planes del líder nazi se hubieran cumplido, la historia de la Segunda Guerra Mundial hubiese sido otra, por lo que Koeth decidió investigar.
Debido a esto, se asoció con la estudiante de doctorado Miriam Hiebert para estudiar los orígenes del material con el que estaba construido el cubo, llegando a la conclusión de que la Alemania nazi pudo haber creado un reactor nuclear durante la guerra.
¿Qué detuvo el desarrollo del reactor? No habría sido algo técnico, sino que la competencia que se dio entre los diversos equipos que trabajaban en lo mismo obstaculizó llegar a resultados exitosos, además de la falta de uranio.
Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, los nazis intentaron construir un reactor nuclear llamado B-VIII en Berlín, cambiándose a la ciudad de Haigerloch para seguir desarrollándolo. En ese lugar, los 664 cubos de uranio de cinco centímetros cada uno, se unieron como una lámpara de araña.
De acuerdo a la reciente investigación, se estableció que los nazis alcanzaron a desmantelar el laboratorio en que hacían las pruebas pocos meses antes de que estallara la primera bomba nuclear en Nuevo México ( 1945). Lo poco que quedó, terminó de ser desmantelado hacia el final de la guerra por tropas estadounidenses y los 664 cubos que conformaban el tramado se distribuyeron en distintos puntos.
Además se encontraron referencias a otros 400 cubos de una prueba paralela.
La nueva tarea que se impuso Timothy Koeth es dar con el paradero de la mayor cantidad de cubos.