La ahora ex actriz Meghan Markle, futura del príncipe Enrique, asistió a su primer almuerzo de Navidad ofrecido por la reina Isabel II a los miembros de la realeza británica, e inesperadamente –y no por su causa- se vio en el centro de una polémica.
La princesa Michael de Kent, casada con uno de los primos de la reina, llegó al encuentro luciendo en su solapa una antigua joya interpretada como un símbolo de conquista racial.
El accesorio fue comentado en publicaciones de prensa como inapropiado, especialmente por la presencia de Markle en el encuentro, cuya madre es afroamericana.
La joya era broche Blackamoor, una antigüedad del siglo XVIII que representa a un hombre de piel oscura que usa un turbante.
Esta línea de joyería es conocida por sus representaciones de personas de color en posiciones de servidumbre.
Los tabloides británicos, que analizan cualquier mínimo detalle de los eventos de la realeza, no dejaron pasar el hecho y republicaron un historial de incidentes de la princesa Michael de Kent.
Le achacan que en 2004, en un restaurante en Nueva York, le dijo a un grupo de afroamericanos que “regresaran a las colonias". Ella negó el incidente contando una anécdota poco afortunada sobre haber fingido en el pasado ser “mitad africana".
Luego dijo que una vez viajó a África, y que tuvo aventuras con “estas personas (de color) absolutamente adorables y especiales”, por lo que llamarla racista era “un cuchillo en el corazón porque realmente amo a esta gente".
Según TMZ, un portavoz real dijo que la princesa estaba "muy apenada y angustiada" por la polémica causada por su accesorio, y agregó que se trataba de una joya que había recibido como regalo y que había usado muchas veces antes, sin controversia alguna.
El portavoz sostuvo que el broche no debía ser interpretado como un insulto a Meghan Markle. De todos modos, la princesa no lo usará en el futuro.