San Francisco, la ciudad que se rebeló contra la industria tecnológica de Silicon Valley
San Francisco es el epicentro mundial de la creatividad tecnológica.
La ciudad estadounidense está situada junto a Silicon Valley, sede de importantes compañías como Apple o Google, que dominan el escenario tecnológico global.
Pero la relación entre San Francisco y las fabulosamente prósperas empresas que la rodean es ambivalente y, en ciertos momentos, francamente hostil.
Pues muchos habitantes de la ciudad californiana creen que los miles de millones de dólares que han llegado gracias a la bonanza de la industria tecnológica, más que ayudarla, están arruinando lo que hacía atractiva y única a San Francisco.
Y no son pocos los que ruegan para que esa bonanza termine o por lo menos baje de ritmo antes que destruya el carácter de la incónica urbe.
Culturas distintas
El surgimiento de Silicon Valley dio lugar a lo que solo puede describirse como un choque épico de culturas en la ciudad.
San Francisco fue cuna de bohemios e intelectuales en la década de 1950. En los años 60 fue el lugar de nacimiento del movimiento hippie. Y en décadas siguientes se conoció como un lugar de mezcla de culturas y estilos de vida alternativos, en el que tenían cabida una amplia diversidad de ideas y experiencias.
Pero la explosión de las industrias tecnológicas de los últimos años ha llevado a la ciudad en otra dirección.
Surgieron en garajes y parques de oficinas en las afueras de San Francisco, fundados por ingenieros de conducta "cuadriculada".
Al tiempo que las ganancias de esas empresas se disparaban, muchos de sus dueños y empleados decidieron que en vez de vivir en Silicon Valley, junto a la sede de sus corporaciones, preferían hacerlo en los antiguos barrios bohemios del centro histórico de San Francisco.
Ello ha llevado a cambios profundos que no gustan a muchos residentes de la ciudad.
Uno de ellos es Stuart Schuffman, bloguero y escritor alternativo que en noviembre pasado se presentó como candidato opositor a la alcaldía de San Francisco.
Se enfrentó infructuosamente a Ed Lee, un político poderoso con buenas relaciones con la industria tecnológica. Al final Schuffman obtuvo el 9% de los votos.
Es un fuerte crítico del impacto de la industria tecnológica en la ciudad que adora.
"San Francisco siempre ha sido una ciudad acogedora. Si no encajabas en otra parte, lo hacías aquí. Pero recientemente ha llegado mucha gente por trabajo y todo lo que les importa es el trabajo. No les importa ser parte de la ciudad", le dice a BBC Mundo.
Agrega que, en su opinión, muchos preferían que la industria tecnológica no fuera tan exitosa si así pudieran recuperar algo del carácter de la urbe.
Tribus urbanas
Hoy se estima que unas 14.000 personas viajan diariamente entre el centro de San Francisco y las megaempresas de Silicon Valley.
Lo que ha llevado a toda clase de pequeños enfrentamientos entre una y otra tribu urbana.
El efecto más notorio de la llegada de los magnates de la tecnología a la ciudad ha sido un crecimiento desenfrenado de los precios de las viviendas.
La mayoría de la ciudad está protegida por restricciones de urbanismo que buscan preservar el carácter histórico de la misma, cuyo estilo data de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Lo que, dicho de otra manera, impide que se construyan casas nuevas.
Y al mismo tiempo, todos esas nuevos trabajadores de Silicon Valley inundan a San Francisco en busca de casas para alquilar o comprar.
Por lo que la ciudad se ha convertido en una de las más caras del mundo. El alquiler de un apartamento de una habitación llega en promedio a los US$3.500 mensuales.
El lamento de muchos es que, con esos precios, los habitantes tradicionales de San Francisco se ven obligados a marcharse. Pocos artistas, cantantes o filósofos pueden pagar esos alquileres.
Y con la partida de esos personajes, aseguran que la ciudad pierde su atractivo principal: su cultura original.
El diario New York Times citaba en enero pasado una reciente encuesta del Instituto de Políticas Publicas de California, que mostraba que el 39% de los habitantes de San Francisco creían que las cosas en su comunidad iban por mal camino. Un año antes, la cifra apenas llegaba al 29%.
Apoyo cívico
El gobierno de la ciudad de San Francisco apoya con frecuencia a la comunidad empresarial que la rodea. Lo que no sorprende dado el número de empleos y de recursos que inyecta a la ciudad.
De hecho, hace poco las autoridades se pusieron de su lado en uno de los temas más controversiales de esa relación.
En noviembre pasado las autoridades municipales dieron autorizaron permanente de los conocidos como "Google buses", un servicio de autobuses privados que transportaban a los empleados de las grandes firmas desde oficinas corporativas a sus casas en el centro de la ciudad.
Desde 2013 grupos de activistas habían objetado la presencia de esos autobuses, alegando que acaparaban espacio en las calles y en las paradas de los autobuses públicos para beneficiar apenas a la minúscula elite tecnológica de la ciudad.
Vivienda barata
Pero más allá de los apoyos oficiales, la tensión entre la vieja San Francisco, bohemia y despreocupada, frente a la nueva tecnocracia de Silicon Valley, sigue siendo tirante, aseguran observadores.
Stuart Schuffman le dice a BBC Mundo que la industria tecnológica debe hacer un esfuerzo por integrarse más en la vida de la ciudad.
El excandidato a la alcaldía reconoce que hay personas que combinan su participación en la industria tecnológica con sensibilidad artística y gusto por la peculiar cultura de San Francisco.
"Algunas de las empresas se preocupan, a otras no les importa", puntualiza.
Pero asegura que debe hacerse más por preservar esa cultura.
"Si tuviera que escoger una medida con la que podría lograrse eso, sería la construcción de más viviendas para la gente de bajos ingresos".
De esta manera, tal vez más personas puedan disfrutar y enriquecer la vida de la ciudad, sin necesidad de ser potentados de Silicon Valley.