Las bibliotecas del futuro
El nivel de ruido es alto y el estado de ánimo, sorprendentemente alegre. Una algarabía en distintos idiomas llena la acristalada esquina del centro de formación para adultos de Colonia. Justo enfrente, la Biblioteca Municipal. Aquí, el “aula de idiomas” que acaba de ser inaugurado sirve como punto de encuentro intercultural para refugiados y aquellos que quieran seguir aprendiendo alemán. Todo el que quiera puede aprovechar la oferta cultural -gratis- que pone a su disposición la biblioteca de Colonia: desde utilizar programas informáticos de aprendizaje con audio, al clásico préstamo de juegos y libros de texto.
Dos jóvenes norteafricanos están sentados frente a una estantería repleta de libros infantiles y pasan interesados páginas de un libro de ilustraciones llamado “Nos vamos de compras”. Junto a un dibujo de un puesto de frutas aparece representada cada hortaliza de forma individual con la leyenda de su nombre en alemán. El método de aprendizaje de los niños de parvulario también les resulta útil a los refugiados. Mientras uno ríe y señala la palabra pepino (“Gurke”, en alemán), su compañero le contesta: “cucumber”. Ya han aprendido una palabra nueva.
Mensaje de bienvenida
El aula fue concebida como punto de encuentro para los recién llegados. Aquí se imparten clases de diferentes idiomas, hay libros de texto en distintas lenguas -desde árabe a kurdo- y, sobre todo, hay sitios para poder sentarse a charlar. Este tipo de centros ayudan a que las familias sirias, afganas y rumanas encuentren su sitio en la ciudad, y en Alemania.
Los jóvenes alumnos de la vecina escuela “Emperatriz Augusta” presentan los resultados de la clase de religión: con ositos de goma y regalices escriben palabras y frases cortas útiles para los refugiados recién llegados. El resultado lo suben a Youtube para que cualquier niño pueda entender tan cálido mensaje.
Creación de espacios
Las interesantes ideas que propone la Biblioteca Municipal de Colonia le han creado buena fama en toda Alemania. En 2015 obtuvo el reconocimiento de “Biblioteca del Año”: la razón, sus atípicos proyectos audiovisuales y su estrategia de creación de espacios interculturales. La idea no es nueva: el concepto de “crear espacios” hace tiempo que se utiliza en Estados Unidos pero, sobre todo, es habitual en Escandinavia. En Finlandia y en Dinamarca, las bibliotecas tienen un fin muy distinto al de las alemanas: sirven como centros de conocimiento para quien desee aprender.
Que exista una buena biblioteca en cada municipio danés es un derecho legal de todos los ciudadanos. También de los migrantes. De ahí que, al contrario de lo que sucede en Alemania, no se ahorre en este tipo de edificios públicos. En Dinamarca no se cierran bibliotecas. La educación en Dinamarca está concebida como un plan de pensiones para las futuras generaciones. En Escandinavia, gracias a este tipo de centros de intercambio cultural, los préstamos de libros se han convertido en una cuestión menor.