"Secuestro del vuelo 601": La historia real detrás de la serie que la está rompiendo en Netflix
En la semana aterrizó en Netflix la serie "Secuestro del vuelo 601", la que ha logrado posicionarse en los primeros lugares del top 10 de las más vistas de todo el mundo. Y es que se trata de uno de esos casos en que muchas veces la realidad supera a la ficción. Es por eso que acá te contaremos la historia verdadera.
La serie colombiana fue estrenada el 10 de abril, cuenta con un total de seis capítulos de menos de una hora, y fue dirigida por Camilo Prince y Pablo González (El Robo del Siglo). En su elenco cuenta con los actores Mónica Lopera, Christian Tappan, Enrique Carriazo, Ángela Cano, y Marcela Benjumea.
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El caso del "Secuestro del vuelo 601" es una de las historias similares ocurridas en América Latina, las que han sido recopiladas por Massimo Di Rico en el libro “Los Condenados del Aire: El viaje a la utopía de los aeropiratas del Caribe”.
“Entre 1968 y 1973, época dorada de la piratería aérea, fueron secuestrados en el mundo 348 aviones. Más de la mitad de estos casos ocurrieron en América Latina, en donde las aeronaves eran llevadas a Cuba, bastión del comunismo. En Colombia se registraron 17 secuestros, entre ellos el más largo del continente. Esta es su historia”, inicia la serie, inspirada en el libro de Di Rico.
La historia real del "Secuestro del vuelo 601"
Todo inició el miércoles 30 de mayo de 1973, a las 13:08 horas, cuando despegó desde la ciudad de Bogotá el vuelo HK-1274 de la Sociedad Aeronáutica de Medellín (conocida como SAM), Colombia, el que recorría la ruta Bogotá-Cali-Pereira.
A las 13:35 hicieron una escala de media hora en Pereira, donde subieron más personas. En total, el avión, un Lockheed L-188 Electra, llevaba a 84 pasajeros sentados en dos filas (en la serie son 43 pasajeros y miembros de la tripulación). Cuando estaban en las alturas, dos hombres encapuchados se levantaron desde la parte de atrás y dispararon al suelo, asegurando que se trataba de un secuestro.
Los dos sujetos llegaron a la cabina, reiterándole a la tripulación que era un secuestro y que cambiaran el destino final a Aruba, a más de mil kilómetros de Pereira. A pesar de la amenaza, el capitán Jaime Lucena les dijo que el combustible no les alcanzaría para llegar a la isla, por lo que tendrían que hacer una escala.
De acuerdo con el relato del evento hecho por Radio Ambulante, Lucena avisó a las autoridades que el avión había sido secuestrado y que se detendrían en Medellín para recargar, lo que lograron en 45 minutos.
Alrededor de las 15:00 de la tarde despegaron nuevamente, momento en que los secuestradores hicieron sus demandas: 200 mil dólares en efectivo y la libertad de sus compañeros, presos políticos de la cárcel de Socorro, ubicada en el departamento de Santander.
En esta línea, los encapuchados señalaron que eran integrantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), quienes aseguraron que llevaban explosivos en una maleta, con la que harían explotar el avión si no se cumplían sus dos demandas.
A las 17:00 de la tarde aterrizaron en Aruba, cuando comenzó la negociación con los abogados de SAM, la que se prolongó por diez horas, ya que desde la aerolínea sólo les ofrecieron 20 mil dólares, un décimo de lo exigido por los secuestradores.
Durante ese tiempo, los 80 pasajeros debían permanecer agachados, afectados por el calor -ya que el avión detenido no puede echar a andar el aire acondicionado- y sin comida. Por lo anterior, los dos sujetos dejaron bajar a alrededor de la mitad de las personas, en su mayoría a las mujeres y niños, además de un grupo de ciclistas.
Por lo anterior, los secuestradores forzaron a que la tripulación despegara, pero por problemas técnicos tuvieron que regresar a Aruba, donde permanecieron otras diez horas, momento en que escaparon algunos rehenes al lanzarse del avión.
El avión despegó nuevamente, esta vez rumbo a Lima, pero tuvieron que hacer otra parada ya que el avión necesitaba mantenimiento. En una entrevista de 1973 el capitán Lucena relató “le manifesté al secuestrador que el avión ya estaba con bastante disminución de aceite y se le podían fundir las turbinas”.
Esto significó que aterrizaran otra vez en Aruba, donde -a solicitud de la aerolínea SAM- lograron cambiar la tripulación, ya que los pilotos estaban fatigados. Los trabajadores ingresaron con un maletín con 50 mil dólares. Fue entonces que lograron dejar por tercera vez y final a la isla caribeña.
En total, el vuelo duró 55 horas y sumó un total de 24,000 kilómetros, ya que después de recargar en Lima emprendieron vuelo a Ecuador y Argentina, donde concluyó el secuestro.
Una vez terminado el viaje, se supo la identidad de los captores: Se trataba de Eusebio Borja y Francisco Solano López, dos futbolistas paraguayos que no tuvieron éxito en el extranjero, por lo que decidieron cometer el delito para hacerse millonarios.
Según lo reportado por Infobae, “Solano López fue extraditado a Colombia, donde cumplió cinco años de prisión, y Borja logró escapar mientras estaba en Argentina, manteniéndose su paradero desconocido desde entonces”.