Carlos Miguel Páez, “Carlitos” Páez, fue uno de los protagonistas de la tragedia de los Andes en 1972. Con 19 años —los cumplió en la cordillera— era el menor de los sobrevivientes al accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya.
A 52 años de la tragedia, Carlos Páez conversó esta semana con T13.cl, en el marco de una nueva visita a nuestro país por el People Day by Buk, entregando diversas reflexiones de vida.
Asegura que la vida “merece vivirse”, que está “llena de obstáculos y el obstáculo es un estímulo también de seguir adelante”.
Por el contrario, la muerte no le asusta, sino que le produce rabia. “No me gusta, porque la muerte te corta una cantidad de proyectos que tienes en la vida y entonces te da rabia que te los corten”, afirmó.
Sin embargo, reconoce que la muerte “es un viaje a la interrogante. Es un viaje que nosotros no sabemos… Mi padre siempre decía: ‘Estoy viajando hacia la interrogante’. Y es la interrogante”.
Ese viaje que algún día llegará a su fin y tras lo cual “Carlitos” Páez, hoy de 70 años, desea ser recordado “solamente como una buena persona”.
La tragedia de los Andes: reflexiones de Carlos Páez
Si hay un momento feliz en la vida de Carlos Páez es cuando vio en la cordillera “los helicópteros apareciendo. Para mí es el sinónimo de la felicidad cuando aparecieron esos helicópteros en ese lugar donde nunca habíamos visto nada”.
Fue el momento más feliz de su vida en esos días, recalcando que el nacimiento de su hija lo supera todo. “Pero el momento de felicidad propia mía fue cuando aparecieron esos helicópteros”, reconoció.
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Entre sus reflexiones sobre la tragedia rescata dos conceptos principales: actitud y humildad.
“Fue la actitud la que nos sacó de ahí. La actitud es la que te saca de todas las situaciones. Con actitud y con humildad, porque van de la mano las dos, puedes salir de cualquier cosa. Si salimos de los Andes, que es una historia imposible, es una historia que fue considerada por la National Geographic como la historia más grande de supervivencia de todos los tiempos, chicos que no sabíamos nada de la nieve, yo tenía 18 años, un malcriado, un consentido, y pudimos, quiere decir que el ser humano tiene recursos suficientes”, señaló a T13.cl.
Asimismo, reconoce que ésta lo cambió, no el momento mismo del accidente, sino que todo el proceso. “Me hizo darme cuenta primero que era un tipo útil, que eso es importante, darse cuenta de que servía para algo. Porque yo hasta ese momento no servía para nada”, afirmó.