"Nuestros astronautas no tenían mucho tiempo, pero afortunadamente, tuvieron a Margaret Hamilton".
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, honró así esta semana con la Medalla de la Libertad, el mayor galardón que el país otorga a civiles, a una ingeniera de software cuyo talento y pasión fueron vitales para el éxito de las misiones Apolo a la Luna.
Obama hablaba de un logro memorable.
Minutos antes de que el módulo con los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin tocara la superficie lunar el 20 de julio de 1969, se dispararon alarmas debido a un error.
Hamilton había introducido un cambio al software de la misión que fue vital en ese momento crítico.
La ingeniera había diseñado lo que se conoce como un sistema "asíncrono", que permitía dar prioridad a las funciones imprescindibles, descartando las que no lo eran.
Gracias a estob el Apolo 11 evitó una crisis que habría sobrecargado el ordenador y alunizó con éxito.
"La acción del software fue la de eliminar tareas de prioridad baja y restablecer las más importantes", escribió en una carta en 1971.
"Si el ordenador no hubiera reconocido este problema y llevado a cabo la acción de recuperación, dudo que el Apolo 11 hubiera logrado su aterrizaje exitoso en la Luna".
Pero Hamilton no es sólo una ingeniera de software pionera, es la persona que creó el término mismo "ingeniería de software" para que su disciplina lograra el reconocimiento debido.
Margaret Hamilton habló con BBC Mundo sobre las misiones Apolo, su trabajo pionero en un medio dominado por hombres, su infancia determinante y por qué los niños deben aprender a programar. La entrevista fue concedida antes de que se anunciara la Medalla de la Libertad.
"Nadie enseñaba 'software'"
"En los primeros días de la misión Apolo, el software no era tomado tan en serio como otras formas de ingeniería", señaló Hamilton.
"Era visto por muchos como un arte y no como una ciencia".
Hamilton tenía 24 años y se había graduado en matemáticas cuando obtuvo un trabajo en el Instituto de Tecnología de Massachussets, MIT.
Cuando el gobierno pidió al MIT que participara en el programa espacial, la joven matemática acabó liderando un equipo a cargo del software del módulo lunar y del módulo de mando de la misión Apolo.
"Estábamos creando un campo nuevo, no había ninguna institución que enseñara ingeniería de software. Cuando no podíamos hallar respuestas, debíamos inventarlas", recuerda.
"Se burlaban"
La ingeniera relató a BBC Mundo cómo acunó el término "ingeniería de software".
"Quería dar 'legitimidad' a nuestro software para que tanto el programa como quienes lo creaban gozaran del respeto debido", señaló Hamilton a BBC Mundo.
"Comencé a llamar lo que hacíamos 'ingeniería de software' para que fuera reconocido como un tipo de ingeniería y al mismo tiempo como una disciplina propia", contó.
"Cuando se me ocurrió el término, nadie lo había oído. Por mucho tiempo fue motivo de bromas constantes. Para mí fue un día memorable cuando uno de los grandes gurúes del hardware dijo en una reunión que estaba de acuerdo conmigo, que crear software debería ser considerado un tipo de ingeniería".
"Casi todos eran hombres"
Ser ingeniera en un medio dominado por hombres no fue fácil.
"Yo era responsable del equipo de ingeniería de software, donde casi todos eran hombres".
En aquella época "cosas que parecían aceptables entonces serían chocantes ahora", dijo Hamilton a BBC Mundo.
"Los bancos requerían que una mujer tuviera el permiso de su esposo para pedir un préstamo. Y la excusa para que las mujeres ganaran menos era que las mujeres contaban con el sustento de sus maridos".
"El 'software' tenía que funcionar"
Pero en el clima de exigencia de las misiones Apolo no había tiempo para tantas diferencias.
"Estábamos, por así decirlo, en las trincheras, trabajando juntos, resolviendo problemas, logrando avances críticos. Y si surgía alguna situación injusta para las mujeres, yo buscaba la forma de corregirla".
"El mayor desafío con el software de los vuelos Apolo era que la vida de los astronautas dependía de que todo fuera ultraconfiable".
El objetivo era hacer todo lo más perfecto posible, y "había una continua fascinación con los errores, con detectarlos, prevenirlos y aprender de ellos".
"El software no sólo tenía que funcionar, debía hacerlo de entrada. No había tiempo para pensar en ninguna otra cosa que no fuera hacer el trabajo a la perfección y hacerlo en el plazo casi imposible que había fijado el presidente Kennedy para llegar a la Luna".
"Mi padre y mi abuelo me alentaron"
Hamilton llevaba a menudo a su hija de cuatro años a su trabajo.
¿Qué le dio la confianza para florecer en una sociedad que no favorecía las mujeres?
"Tanto en la Universidad de Michigan como en Earlham College era a menudo la única mujer en las clases de matemáticas y física. Una de mis profesoras de matemáticas, Florence Long, era favorita de todos los estudiantes".
Pero la mayor influencia fue su crianza.
"Tuve la fortuna de que tanto mi padre como mi abuelo me alentaron a seguir cualquier carrera o camino que eligiera en la vida. Ni se les ocurría que la elección tuviera algo que ver con ser hombre o mujer.
"Mi padre era filósofo y poeta, mi abuelo un pastor cuáquero. Cuando era niña, pasaba horas con mi padre hablando de cosas como el universo, y de preguntas filosóficas. Nos preguntábamos a menudo, por qué, por qué no, y que sucedería si…
"Mi abuelo me leía los sermones antes de darlos a sus congregación. Y si yo tenía preguntas sobre el sermón, solía tomarse todo el tiempo para responderme".
Inteligencia artificial
En la década de los 80 Hamilton fundó su propia compañía de software, Hamilton Technologies, en la que aún trabaja en Massachusetts, y diseñó a partir de sus experiencias con la misión Apolo un lenguaje de programación, Universal Systems Language.
El lenguaje permite según Hamilton crear programas no enfocados en la detección de errores, sino en prevenirlos.
¿Cómo ve la ingeniera el futuro de su disciplina?
En cuanto a la Inteligencia Artificial, Hamilton señala que puede crear grandes beneficios y grandes daños. Pero los mismos temores existieron cuando aparecieron las computadoras.
"Cualquier cosa en las manos equivocadas, incluso un lápiz, puede ser usada para causar daños. Y cualquier cosa, incluyendo un lápiz, en las manos correctas, puede hacer mucho bien".
Programar enseña a pensar
Hamilton alienta a los jóvenes a crear apps en campos con potenciales impactos valiosos.
"Un ejemplo sería un sistema para entender mejor el cuerpo humano. Un modelo formal podría incluir sus funciones y datos como ADN, datos ambientales y familiares. En lugar de tomar un medicamento esperando que no tenga efectos secundarios podrían usarse simulaciones para eliminar estos riesgos".
Y recomienda que los niños, y también los adultos, aprendan a programar.
"El fin de enseñar a programar es que los niños aprendan a pensar".
"Especialmente si se quiere que sean más creativos y resuelvan problemas, que piensen fuera de la norma y hagan abstracción, cuya última forma es la sabiduría. Ser un buen detective es en el fondo comprender el mundo de los sistemas".
Para Hamilton, "cómo aprender de tus errores y cómo transformarlos en resultados positivos son cosas que desarrollas aprendiendo a programar".
Al conceder la Medalla de la Libertad a Hamilton el presidente Obama dijo que la ingeniera representa "el espíritu de descubrimiento que existe en cada niña y niño".
A los 80 años, Margaret Hamilton sigue abriendo caminos y viendo el mundo con la curiosidad de aquella niña a la que fascinaban las conversaciones con su abuelo y su padre.