A lo largo de la historia la humanidad ha debido sortear distintas etapas que han puesto en jaque su tecnología, medicina y manera de vivir.
Pandemias, guerras, desastres naturales y conflictos internos entre naciones llevaron a los líderes de cada comunidad a readaptar costumbres. Pero en ese escenario, hay un año que resalta por sobre otros.
Se trata del año 536, que según el historiador medieval Michael McCormick ha sido -hasta ahora- el "peor año para vivir".
El especialista desestimó el periodo de la gripe, o la peste negra que arrasó con la mitad de la población de Europa. Y acá te mostramos sus argumentos:
Por qué el 536
"El sol emitió su luz sin brillo, como la luna, durante todo el año", escribió el historiador bizantino Procópio, sobre la época en que Europa y parte de Medio Oriente fue cubierta por una misteriosa niebla.
Durante esta época, en verano, las temperaturas descendieron considerablemente, marcando 1,5ºC a 2,5ºC, iniciando la década más fría en los últimos 2.300 años.
El origen de esta "neblina" había sido todo un enigma por miles de años, hasta que un análisis ultrapreciso del hielo de un glaciar suizo, el cual fue realizado por un equipo dirigido por McCormick y el glaciólogo Paul Mayewski en el Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine, en Orono, encontró al responsable.
El estudio de campo arrojó que "una erupción volcánica cataclísmica en Islandia arrojó cenizas a través del hemisferio norte a principios de 536".
Y es que cuando un volcán hace erupción, arroja azufre, bismuto y otras sustancias a la atmósfera, donde forman un velo tipo aerosol que refleja la luz del sol de vuelta al espacio, enfriando el planeta.
Con estas condiciones, en dicho año, la población careció de cosechas y producciones, por lo que el hambre se instaló en las regiones afectadas.
Mala alimentación y bajas temperaturas dieron paso a enfermedades y aumentó considerablemente el número de muertos.
Ante esto McCornick relató que "fue el comienzo de uno de los peores períodos para vivir, sino el peor", ya que en 540 y 547 hubo dos erupciones más que empeoraron la calidad del aire, y como si fuera poco, en el año 541 comenzó la propagación de la peste bubónica.
