Qué hacer para aliviar los incómodos síntomas del colon irritable
"Tengo 24 años y hace tres me dijeron que tengo colon irritable. No puedo parar de ir al baño, voy al menos entre cuatro y seis veces al día. He perdido mucho peso y me cuesta seguir con mi vida".
Este testimonio de un paciente con el síndrome del intestino irritable refleja el sufrimiento que puede causar este desorden del aparato digestivo.
El colon irritable, como se le conoce popularmente, es uno de los trastornos más comunes, afectando a entre el 10% y el 20% de la población en países desarrollados.
Los síntomas suelen incluir dolor abdominal, gases y episodios de diarrea y/o estreñimiento.
No existe una prueba específica para diagnosticarlo, tal y como explica el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) en su página web.
Esto hace que normalmente se diagnostique por sus síntomas. Estos son los principales:
- Dolor y calambres abdominales, que quizás se alivian defecando
- Un cambio de hábitos intestinales, con episodios de diarrea, estreñimiento o ambos
- Gases e hinchazón en el estómago
- Flatulencia
- Experimentar una necesidad urgente de ir al baño
- Una sensación de que no se ha liberado del todo el intestino tras ir al baño
Aunque la causa exacta del colon irritable no se conoce, sí que se sabe que hay factores que lo empeoran.
Para la mayoría de la gente, mejorar los síntomas es el resultado de un proceso de aprendizaje sobre el estilo de vida y la dieta.
Como en muchos casos el diagnóstico llega tras pasar por una consulta, es importante que haya una buena comunicación entre el médico y el paciente.
"Es bueno que haya una relación de confianza", le dice a BBC Mundo el doctor Ramón Argós, de la unidad de Digestivo de la Clínica Universitaria de Navarra, en España.
Así, el médico puede orientar al paciente y ayudarlo a que "identifique y modifique" los factores desencadenantes.
Estas son las principales recomendaciones de los expertos para aliviar los síntomas de esta incómoda dolencia.
1. Recomendaciones generales de dieta
Los expertos coinciden en que la dieta es uno de los factores fundamentalesque pueden empeorar o mejorar los síntomas del intestino irritable.
Pero es importante tener en cuenta que no existe una dieta universal para todos los pacientes que sufren de colon irritable.
La dieta que mejor le sirve a una persona depende de los síntomas y de cómo reacciona a los mismos.
Por eso IBS Network (Red del síndrome del intestino irritable), organización sin ánimo de lucro de Reino Unido, recomienda llevar un registro de los síntomas y de los alimentos que se ingieren.
Así, con una especie de diario de la alimentación, se puede eliminar o reducir la ingesta de aquellos alimentos que son perjudiciales.
Hay recomendaciones generales aplicables a todo el mundo, según la Asociación de Dietistas de Reino Unido.
- Comer tres veces al día y no saltarse comidas.
- No comer tarde por las noches y hacerlo en pequeñas cantidades.
- Comer con tranquilidad. Una buena digestión necesita relajación.
- Limitar la ingesta de alcohol a dos unidades al día y mantener al menos dos días libres de alcohol a la semana.
- Reducir la ingesta de cafeína. No superar las dos tazas de café al día.
- Reducir las bebidas con gas.
- Beber al menos ocho vasos de líquidos al día, sobre todo agua o bebidas sin cafeína.
- Reducir los alimentos con alto contenido en grasa, como las patatas de bolsa, la comida rápida, el queso, la pizza, las salsas cremosas y los snacks.
- Reducir los alimentos manufacturados y cocinar con ingredientes frescos en la medida de lo posible.
El doctor Argós recomienda también dejar de fumar en el caso de los fumadores.
2. Controlar la ingesta de fibra
Un componente importante de la dieta a la hora de tratar el colon irritable, que merece un apartado diferenciado, es la fibra.
Hay dos tipos de fibra: la fibra soluble, que el cuerpo puede digerir, y lainsoluble, que el cuerpo no puede digerir.
Algunos alimentos con fibra soluble son la fruta, como las manzanas, las verduras de raíz, como las zanahorias, y las patatas o la avena.
La fibra insoluble la contienen alimentos como el pan integral, los cereales, las nueces y las semillas.
Si tienes diarrea, puede que te ayude reducir la cantidad de fibra insoluble que ingieres, así como la piel y la pepita de la fruta y las verduras.
Otras recomendaciones en caso de sufrir diarreas frecuentes es evitar los dulces sin azúcar, los chicles y las bebidas con los edulcorantes sorbitol, manitol y xilitol.
Si sufres de estreñimiento con frecuencia, puede ayudarte aumentar la cantidad de agua y de fibra soluble, pero en este último caso, hay que hacerlo poco a poco.
Si se hace de golpe esto puede empeorar los síntomas.
Los dietistas recomiendan también añadir una cucharada de semillas de linaza a los cereales, la sopa o la ensalada.
3. Mantener una dieta baja en FODMAPs
FODMAPs es el acrónimo en inglés de oligosacáridos fermentables, disacáridos, monosacáridos y polioles.
Son azúcares simples y complejos que se encuentran en una variedad de frutas y verduras, y también en la leche y el trigo.
Pasan a través del estómago y el intestino delgado sin ser modificados y son o bien fermentados por bacterias, lo que libera gas, o expulsados con los fluidos.
Por eso en personas con intestino irritable pueden causar hinchazón, dolor abdominal y diarrea.
Para llevar una dieta baja en FODMAPs hay que reducir la ingesta de algunas frutas y verduras, leche de procedencia animal, productos de trigo y frijoles.
Pero los profesionales recomiendan primero consultar a un nutricionista o dietista si se toma la decisión de empezar una dieta de estas características.
"Es una dieta muy restrictiva y dura", dice el doctor Argós.
"Por eso les decimos a los pacientes que vuelvan a las 6 u 8 semanas de iniciar la dieta para ver cómo evolucionan e ir reintroduciendo algunos alimentos".
4. Hacer ejercicio
Realizar ejercicio puede ayudar también a aliviar los síntomas del intestino irritable.
"El ejercicio mejora las digestiones, ayuda a expulsar mejor los gases y a ir mejor al baño", explica el doctor Argós.
El NHS británico recomienda al menos 150 minutos a la semana de actividad entre moderada e intensa, como andar en bicicleta o caminar con rapidez.
El ejercicio debe ser suficientemente intenso como para aumentar el ritmo cardiaco y de la respiración.
5. Reducir los niveles de estrés
Esto es algo más fácil de decir que de poner en práctica.
Pero se sabe que el estrés está asociado con ataques más frecuentes y graves de intestino irritable.
Como explica IBS Network, mucha gente "descubre que sus intestinos funcionan como una especie de barómetro emocional".
"La ansiedad, la frustración, la desesperación, todos pueden causarte nudos en el intestino", dice la organización sin ánimo de lucro.
Esto no significa que todo lo que tenga que ver con el colon irritable esté en la mente.
Como dice IBS Network, un acontecimiento traumático puede iniciar el colon irritable y el estrés puede desencadenar los síntomas.
Pero, al mismo tiempo, los cambios en la inmunología del intestino o en el contenido bacteriológico del colon pueden afectar a cómo te sientes, y los síntomas del colon irritable pueden hacer que te sientas más ansioso y deprimido.
"El colon irritable es un círculo vicioso que afecta tanto a la mente como al cuerpo", dice IBS Network.
Hay multitud de formas de intentar reducir el estrés, desde hacer cambios estructurales en la vida hasta buscar métodos de relajación, actividades físicas o, como ya se ha mencionado, el ejercicio.
También acudir a terapia psicológica puede ayudar. Sea cual sea la forma que cada uno encuentre, reducir el estrés ayudará a sobrellevar mejor el problema.
6. Fármacos y otros tratamientos
En caso de que el paciente no mejore con los cambios de dieta y estilo de vida, los médicos recurren a veces a los fármacos.
"Con los fármacos tratamos el síntoma predominante", explica Argós.
Esto significa que se le da un tratamiento contra la diarrea si es el síntoma predominante, o contra el estreñimiento en caso de que sea éste.
Si aun así el paciente no responde, hay otros tratamientos con antidepresivos, antibióticos, probióticos (alimentos con microorganismos vivos) o prebióticos (sustancias vegetales no digeribles) que se pueden utilizar, según Argós.
Pero todo esto es algo que debe decidir el médico que esté tratando a la persona afectada.