Hasta que dejó de utilizarse hace alrededor de 20 años, el test de Rorschach era una herramienta de uso común en el campo de la psiquiatría para analizar la personalidad y los secretos de la la mente de quien se sometía a esta prueba.
La belleza del test -desarrollado por el psiquiatra freudiano suizo Hermann Rorschach en 1921- radicaba en parte en su simplicidad: al paciente se le mostraba una hoja en blanco con una mancha de tinta simétrica y éste debía describir lo que veía.
Lo que para unos era una mariposa, para otros era una pareja de enamorados o una escena violenta.
Desde su origen la validez y fiabilidad del test para analizar los rasgos de la personalidad fue puesta en duda y por ello con el tiempo fue desapareciendo de los consultorios psiquiátricos.
Sin embargo, la capacidad de las manchas de despertar la imaginación de las personas y el por qué algunas generan más imágenes que otras siguió intrigando a los científicos.
Y ahora, un equipo de investigadores dice haber descubierto la razón que lo explica.
Relación inversa
Según el estudio publicado esta semana en la revista Plos One, las manchas despiertan nuestra imaginación porque tienen naturaleza de fractales.
Es decir, son formas con una geometría cuya estructura básica se repite a diferentes escalas.
Las más comunes -y con las que estamos más familiarizados- son aquellas presentes en la naturaleza, como las ramas de los árboles, los bordes de las nubes o los contornos de la costa.
Tras analizar las 10 manchas de Rorschach, investigadores de la Universidad de Oregón, en Estados Unidos, observaron que las cinco que son en blanco y negro variaban en su nivel de complejidad.
Y, cuanto menos complejos eran los fractales en las manchas, la gente tendía a ver más imágenes.
Richard Taylor, autor principal de la investigación, utilizó registros antiguos del test y notó como a medida que decrecía la complejidad de los fractales aumentaba el número de objetos que la gente veía.
La mancha menos compleja (la número 1) evocó cerca de 300 imágenes diferentes, mientras que la más compleja evocó 170.
Luego crearon patrones fractales asimétricos nuevos de distintos grados de complejidad y obtuvieron resultados similares: a mayor complejidad, se reducía el número de imágenes.
Ojo biónico
El objetivo de la investigación está lejos de ser teórico.
Taylor cree que el estudio puede tener implicaciones importantes para comprender cómo funciona el sistema visual humano y este conocimiento podría utilizarse para desarrollar implantes de retina artificiales basados en fractales.
"Puedes aprender muchas cosas sobre los ojos sólo por la forma en como éstos son engañados. Los patrones fractales en las manchas confunden al sistema visual, y por eso detectas una mariposa aunque no la haya", explicó el investigador.
Otra aplicación posible es para mejorar el diseño de los materiales de camuflaje.