"Desinformación viral": Especialista advierte de los riesgos del movimiento anti vacunas
Este martes 16 de octubre la directora del Proyecto de Confianza en Vacunas, Heidi Larson, redactó un artículo acerca de la importancia de la reivindicación de las vacunas en la lucha contra enfermedades mortales, bajo la premisa de que éstas han perdido confianza de la mano de una "desinformación viral" en el último tiempo.
Según señala, son pocas las personas que efectivamente le toman el peso, por ejemplo, a la gripe; la enfermedad causó aproximadamente 80,000 muertes en Estados Unidos, y de los 183 niños cuyas muertes fueron atribuidas a este mal, el 80% no habían sido vacunados, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de ese país.
La principal causa de estos fenómenos se deben, asegura, a la desinformación en relación a las vacunas preventivas debido, en gran parte, a los rumores propagados a través de redes sociales:
"Predigo que el próximo brote importante no se debe a la falta de tecnologías preventivas. En cambio, el contagio emocional, habilitado digitalmente, podría erosionar la confianza en las vacunas tanto como para hacerlas discutibles", sostiene Larson.
"El diluvio de información conflictiva, desinformación e información manipulada en las redes sociales debe ser reconocido como una amenaza mundial para la salud pública", agrega.
Como solución, la profesional destaca el rol de su programa que intenta detectar señales tempranas de rumores o temores erróneos sobre este recurso, y así abordarlos antes de que se acumulen.
El equipo del proyecto monitorean las noticias y las redes sociales con el fin de constatar las reacciones de los usuarios. ¿Los resultados? Categorizaron la desinformación en tres niveles en particular:
"Mala ciencia": personas con credenciales médicas que avivan los temores a través de publicaciones; el ejemplo más emblemático fue la obra del ex médico Andrew Wakefield de 1998, que vinculó la vacuna del sarampión con el autismo.
La segunda categoría tiene que ver con las personas que ven los debates anti-vacuna como una oportunidad financiera (vender libros, servicios u otros productos), además de considerarlos una instancia provechosa para aspiraciones políticas a futuro.
Finalmente, están los "súper propagadores": individuos que divulgan la desinformación a través de redes sociales. Como caso significativo está la generalización de las reacciones fisiológicas de las vacunas en pacientes, que provocarían la aparición de prejuicios al respecto.
A modo de conclusión, Larson asegura que "ninguna estrategia única funciona para todos los tipos de desinformación, particularmente entre aquellos que ya son escépticos (...) Los funcionarios de salud y las campañas educativas a menudo se quedan cortos porque crean mensajes basados en lo que quieren promover, sin abordar las percepciones existentes”.
“El diálogo importa. Las estrategias deben incluir la escucha y el compromiso. Tenemos que mejorar en esto: si surge una cepa como la influenza de 1918 y las dudas de la gente de vacunarse permanecen en el nivel actual, se propagará una enfermedad debilitante y mortal”, sentenció.