En la Edad Media ocurrió la mayor epidemia de todos los tiempos: la peste negra, que azotó a casi todo el continente europeo.
Se estima que alrededor de un tercio de la población de Europa murió desde el comienzo del brote a mitad del siglo XIV.
Pero aunque muchas personas lo puedan creer así, la peste no ha desaparecido completamente.
El caso más reciente se produjo el 22 de junio, en Colorado, Estados Unidos.
La víctima fue un adolescente, que falleció en el condado de Larimer por esta enfermedad, aunque los síntomas iniciales (mareo, fiebre...) hicieron pensar que tenía una gripe.
Además hay que señalar que el joven no presentaba los característicos bubones, lo que dificultó el diagnóstico.
El joven se contagió, según todos los indicios, al ser picado por una pulga, que suele ser la principal portadora de esta bacteria.
El caso provocó alarma entre la población, pero, ¿hasta que punto deberíamos preocuparnos? ¿Existe un riesgo real de que se pueda producir una nueva epidemia?
Poco probable
El riesgo de un gran brote de peste bubónica es bastante lejano, según expertos.
El bacilo que la provoca se llama Yersinia Pestis, y las portadoras suelen ser las pulgas de la variedad asociada a las ratas y a los roedores.
La doctora Helen Donoghue, especialista en enfermedades infecciosas del University College de Londres, explicó que: "Los humanos solo somos huéspedes accidentales de la peste. Las principales víctimas de este bacilo son las ratas y los roedores".
"Para que se produzca una plaga es necesario que las pulgas portadoras vayan infectando sucesivamente a centenares, a miles de roedores. Solo cuando la mortalidad entre esta especie es demasiado elevada, el parásito busca huéspedes alternativos, que pueden ser otros animales, o los seres humanos", dijo.
Por su parte, David Wagner, un investigador canadiense que en 2010 encontró restos de este bacilo en las muestras de ADN extraídas a los restos de varias víctimas de la plaga de Justiniano (una pandemia que afectó al Imperio romano de Oriente o Imperio bizantino, incluyendo a la ciudad de Constantinopla y otras partes de Europa, Asia y África desde los años 541- 543), afirmó que: "Las cepas de Yersina pestis son hoy tan fuertes y mortíferas como lo fueron en el pasado. La enfermedad no ha cambiado, pero nosotros sí. También somos más fuertes y contamos con remedios que permiten curar la enfermedad cuando está en sus fases iniciales".
Brotes ocasionales
La peste aún existe en las poblaciones de roedores silvestres en todo el mundo, lo que provoca brotes ocasionales.
Alrededor de 2.000 casos humanos son reportados a la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año, particularmente de África.
De todas maneras no se conocen las cifras exactas ya que afecta a personas en su mayoría pobres y con frecuencia no se diagnostica.
Por lo general se dan cerca de siete casos al año (no mortales), en Estados Unidos, la mayoría en zonas rurales de Arizona, Colorado, California y Nuevo México, de acuerdo con el Centro para el Control de Enfermedades.
Además como el causante es una bacteria, según expertos, cuando se diagnostica es fácil de tratar con antibióticos.
Prevención
De todas maneras, Helen Donoghue considera que la prevención es fundamental.
Es importante "diagnosticar los nuevos casos rápidamente, tratar a los pacientes en las fases iniciales, y eliminar los posibles focos de contagio, mediante la desratización o la supresión de los animales infectados que hayan podido actuar como portadores", dijo.
El pasado verano, el gobierno chino llegó a poner en cuarentena a una ciudad entera, llamada Yumen, tras la muerte de uno de sus habitantes, que se había contagiado de la peste al comerse la carne de una ardilla infectada.