¿Podrá sobrevivir el generoso sistema de guarderías infantiles de Dinamarca?
Stine Christiansen no tenía dudas de que quería regresar a trabajar después de tener sus hijos.
"De veras disfruté el tiempo con los niños", explica. "Crea conexiones especiales cuando tienes tiempo con tus pequeños. Pero, después de eso, realmente sentí la necesidad de salir otra vez y rodearme de adultos y hacer cosas de verdad, no sólo asuntos de bebés".
Así que, con tres niños todavía menores de cuatro años, Stine acaba de empezar a trabajar cuatro días a la semana como una analista de fibra óptica.
En muchos países, el precio de enviar a tres niños a una guardería sería extremadamente costoso. Pero para Stine y su esposo Thomas es una opción asequible.
La familia vive en Dinamarca, en la pequeña localidad de Værløse, afuera de la capital, Copenhague, y pagan un total de 5.000 coronas al mes, unos US$700.
"Mi trabajo es de tiempo parcial así que no gano mucho dinero extra para nosotros", comenta Stine, "pero definitivamente es mejor que si no estuviera trabajando".
Este tipo de cuidado infantil asequible es posible porque el estado danés los subsidia ampliamente.
Las autoridades locales están legalmente obligadas a pagar aproximadamente 75% de los costos del cuidado, mientras los padres se responsabilizan del resto.
La razón por la cual el estado puede hacerlo es debido a que Dinamarca tiene una de las tasas impositivas más altas del mundo, donde el ciudadano promedio paga un total de 45% en impuestos de renta.
Guarderías por todas partes
No es por casualidad que este sistema le ayude a Stine regresar al trabajo. El sistema de cuidado infantil subsidiado tuvo una rápida expansión durante los años 60, en respuesta al aumento en el número de mujeres entrando al mercado laboral, creando el característico modelo que sobrevive hoy en día.
El resultado es que, en Dinamarca, es raro ver un niño nunca haya ido a una guardería auspiciada por el sistema.
Stine conduce una corta distancia para dejar a los niños en el kínder Børnehuset Solbjerg (Montaña del Alma) camino a su trabajo bajo el cargo de un equipo de profesionales preparados, liderados por Anne Kofød.
Su instituto cuida a 86 niños entre los 1 y 5 años y, de todos los padres, sólo dos madres no trabajan.
"Aun cuando no trabajan, todos tienen sus niños aquí, dice Anna. "Aquí ningún niño se queda en casa durante el día, todos están en una guardería".
Las cosas no terminan ahí. Saliendo al jardín, Anne señala al lugar vecino.
"Hay otra guardería al otro lado de la cerca. Esa es el doble del tamaño de esta", dice
"Y, adelante de una rotonda a 500 metros de distancia, hay otra".
Bajo presión
Los institutos de cuidado infantil se encuentran por todas partes, así que tiene sentido que 98% de los niños en edad preescolar sean parte del sistema.
Pero es un sistema que está empezando a ceder bajo la presión financiera.
Dinamarca, como muchos gobiernos en toda Europa, ha experimentado una serie de medidas de austeridad desde la crisis financiera de 2008. Los recortes presupuestales han afectado el sistema de bienestar social, particularmente el cuidado de los niños de edad preescolar.
Dorthe Boe Danbjerg es presidenta de la Asociación de Padres Daneses (FOLA por sus siglas en danés). Ella ha tenido a sus niños en guardería desde 2005.
"En los últimos años ha habido una disminución de pedagogos para el cuidado de los niños", afirma. "Esperamos alta calidad. Llevamos a nuestros hijos a la guardería para que nosotros podamos trabajar y creo que una de las grandes amenazas es que los padres ya no confían en la calidad del sistema".
Stig Brostrom, profesor de educación temprana en la niñez de la Universidad Aarhus, sostiene que el futuro del muy codiciado sistema danés es incierto.
¿Demasiado ambicioso?
Metido en una pequeña oficina con estanterías llenas de libros sobre el tema de la crianza de niños, su amigable disposición esconde una preocupación más seria.
"Sin ser muy dramático, diría que si seguimos por este camino, en los siguientes diez años perderemos el éxito logrado con nuestra educación preescolar. Será un desperdicio".
¿Será que el modelo de cuidado infantil de Dinamarca es simplemente demasiado ambicioso y que promete más de lo que puede dar a los padres que entregan a sus hijos a los pedagogos de la nación?
"Sí es ambicioso", reconoce Stig. "Pero los niños son el futuro. De manera que si queremos tener una generación de jóvenes competentes dentro de la sociedad, que tienen la habilidad de innovar, entonces, por su puesto que hay que pagar".
De dónde vendrá ese dinero en el futuro también también es incierto.
Ahora hay un movimiento político que se inclina hacia la reducción delos impuestos para los que tienen mayores ingresos en Dinamarca, como una medida para promover el crecimiento económico.
El interrogante es si esos más bajos impuestos significarían menos dinero para el sistema de cuidado de la niñez.
La ministra de la Niñez, Educación e Igualdad de Género, Ellen Trane Nørby, es optimista al respecto. Ella sostiene que menores impuestos generarán más actividad comercial lo que, a su vez, expandirá el recaudo.
"Yo lo veo como una posibilidad para tener mas personas en el mercado laboral, hacer que las compañía ganen más, lo que generaría más ingresos tributarios", argumenta.
"No se trata únicamente de compartir un pequeño bizcocho, se trata de asegurar que la economía crezca al tamaño de un pastel, porque eso siempre permitirá una mayor porcentaje de reinversión en el sistema de bienestar".
Mientras los políticos de Dinamarca discuten sobre la política que seguirán para garantizar un flujo constante de dinero, de vuelta en Værløse, es la hora del baño vespertino para los niños Christiansen.
Su padre, Thomas, ha llegado a casa del trabajo y saber que, a pesar de todo, todavía la tienen bien.
"Pienso que tenemos un sistema especial", manifiesta mientras intenta controlar a los niños en la bañera con la camisa remangada. "Tomando las cosas en cuenta, habiendo vivido en EE.UU. durante dos años, podemos comparar dos sistemas muy opuestos; uno en el que hay que pagar mucho más por el cuidado de los niños que aquí".
Stine concuerda. Aunque no es perfecto, los daneses tienen un sistema que hace valer la pena quedarse en el país. "Tuvimos la oportunidad de regresar después de tener a los niños y definitivamente el tenerlos es una gran razón por la que seguimos en Dinamarca y no nos fuimos al exterior otra vez".