"La comida es amor. Si tiramos comida, estamos tirando amor", afirma Selina Juul, una apasionada activista danesa de 36 años. El trabajo de su ONG Stop Spild Af Mad (Freno al desperdicio de alimentos, en danés) ha contribuido a un hito importante: Dinamarca ha conseguido reducir en un 25 por ciento el desperdicio de alimentos desde 2010.
Numerosas estrategias
Cada vez más supermercados daneses han establecido "áreas para detener el desperdicio de alimentos”. En ellas se pueden comprar alimentos a punto de caducar, a precios muy razonables. O papas "feas” que todavía se pueden usar para una ensalada.
La iniciativa "Too Good To Go” (demasiado bueno para llevar, en inglés) ofrece salida a alimentos que antes no se podrían haber vendido. Una aplicación móvil avisa sobre ofertas en diferentes establecimientos, como restaurantes y panaderías, poco antes del cierre. Los interesados pueden hacer un pedido y pasar a recoger la comida a precios reducidos.
Evitar el desperdicio también tiene mucho que ver con conocer nuestro propio refrigerador. Juul pretende que la gente evite los llamados "OVNIs”. "Se puede encontrar un OVNI, un ‘Objeto Congelado No Identificado' en el congelador de cada dos daneses”, dice Juul. "Por eso empezamos una campaña para que los consumidores comieran los OVNIs una vez al mes”.
"La comida es amor”
Estos son solo algunos de los muchos enfoques eficaces. Dinamarca, con sus 5,7 millones de habitantes, ha creado más iniciativas contra el desperdicio de alimentos que cualquier otro país europeo. Esto se debe en gran parte a la organización de Juul.
Su fundadora se ha convertido en una especie de icono nacional. Pertenece al "Who's Who" de Dinamarca y fue nombrada danesa del año 2014.
Equipada con un delantal verde y una contagiosa pasión por la comida, esta mujer criada en Rusia ha logrado inspirar a millones de daneses. "Es una iniciativa que va de abajo hacia arriba”, cuenta a DW. "Nosotros movilizamos a la gente y la gente moviliza a la industria y a los supermercados, comedores y restaurantes”, explica.
"Es como una espiral, que crece, crece y crece”, enfatiza. Juul y su organización pretenden ampliar sus actividades a otros países. Su sueño es que la preocupación por la comida se convierta en un instrumento para la paz mundial.
"Cuando se trata del desperdicio de alimentos, no importa si eres rico o pobre, de izquierda o de derecha, no importa el color de la piel, ni la nacionalidad, ni la religión, la gente puede ponerse de acuerdo”, señala. "La comida es realmente lo único que une a la gente. La comida es amor”.
Uso inteligente de la tierra y del agua al servicio de todos
El desperdicio de alimentos es un peligro para el medio ambiente. La agricultura produce casi la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, emplea más de un tercio de la tierra cultivable y consume el 70 por ciento del agua potable del mundo.
Con una población mundial que se espera que alcance más de nueve mil millones de personas en 2050, sigue siendo una cuestión pendiente cómo alimentar a todas estas bocas. La lucha contra el desperdicio de comida podrá ayudar a evitar posibles efectos devastadores para el clima, el agua y los recursos de la tierra, derivados de un aumento masivo de la producción agrícola.
El "reino verde” ha adoptado un papel pionero. Y es que las iniciativas para reducir el desperdicio de alimentos combinan dos grandes pasiones de los daneses: hacer algo bueno por el planeta y ahorrar dinero.
En septiembre de 2016, el gobierno danés creó un fondo común de subvenciones para apoyar proyectos de ahorro de alimentos con una financiación de más de cinco millones de coronas danesas (unos 670.000 euros).
Revalorizando los residuos
"La basura no es realmente basura”, insiste Juul. "Reducirla será clave para la futura supervivencia de la humanidad”, advierte a DW.
El trabajo de Selina Juul cuenta con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés). La FAO estima que un tercio de los alimentos del mundo se estropea o se desperdicia.
Esto no solo supone una pérdida de 940 mil millones de dólares (unos 850 mil millones de euros), sino que también representa el ocho por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, tanto como las emisiones de un Estado grande. La FAO llama a esto "un exceso en un momento en el que casi mil millones de personas sufren hambre”.
Nuevo protocolo para reducir el desperdicio de alimentos
"Simplemente no hay razón para que se pierda tanta comida”, dice Andrew Steer, presidente y director ejecutivo del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), a DW. En colaboración con numerosas entidades de las Naciones Unidas, la Unión Europea y ONGs, el Instituto de Recursos Mundiales ha elaborado una norma para medir del despilfarro de alimentos: el "Protocolo sobre Pérdida y Desperdicio de Alimentos”.
"En este momento, la producción de alimentos es muy destructiva”, afirma Steer. Su instituto desarrolló el protocolo bajo el lema "lo que se puede medir también se puede gestionar”.
"Es como el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero que elaboramos hace una década”, explica Steer. "Para lograr reducir a la mitad los residuos de comida, debemos adoptar un enfoque sistémico”.
Coaliciones internacionales
El Instituto de Recursos Mundiales ha conseguido reunir a las principales instituciones. Entre sus socios se encuentra el Foro de Bienes de Consumo, una asociación que representa a más de 400 de los mayores comerciantes y fabricantes de alimentos del mundo procedentes de 70 países, con una facturación conjunta de 2,5 billones de euros.
La Organización Mundial de Agricultores y varios gobiernos también apoyan el Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas de reducir a la mitad el desperdicio, así como de disminuir la pérdida de alimentos a nivel mundial de aquí a 2030.
El gobierno danés anunció que respaldaría este nuevo protocolo durante el Foro Global de Crecimiento Verde (3GF), que tuvo lugar en Copenhague en junio de 2016. "Los desperdicios nos empobrecen a todos”, declaró el Ministro de Relaciones Exteriores Kristian Jensen durante el 3GF. Estaba convencido de que "esta nueva y fuerte alianza entre actores públicos y privados encontraría una respuesta eficaz al desafío global del desperdicio de alimentos”.