Todos conocemos a una de esas personas capaces de beber cuanto quieren sin sufrir la principal consecuencia de ese acto: la resaca.
Mientras la mayoría de la gente pasa la mañana posterior a la gran fiesta etílica sufriendo entre sábanas, algunos despiertan frescos, como si se hubieran acostado temprano y sin tomar nada más que un vaso de leche.
Pero esos bebedores a prueba de resacas no son tan excepcionales.
Varias encuestas sugieren que el 25% de las personas son inmunes al exceso de copas.
Pero, ¿cuál es su secreto?
¿Es cuestión de buenos genes, de saber elegir la bebida, o de alguna cura milagrosa?
Cuestión de química
Los científicos no empezaron a estudiar este fenómeno hasta hace unos cinco años.
"La resaca era vista como un mecanismo que ayuda a no beber de más", explica Richard Stephens, de la Universidad de Keele, en Inglaterra.
Por ello, los científicos no prestaban atención al tema, dice el experto.
Esa es la razón por la que abunda el folclore y no existen apenas evidencias científicas sobre la resaca.
Pero Stephens quiso terminar con los mitos y el desconocimiento, y fundó junto a otros expertos el Grupo de Estudios sobre la Resaca Alcohólica (AHRG, por sus siglas en inglés).
Una de las cuestiones que siguen sin estar claras es la causa de la resaca.
Hasta hace poco se creía que la principal culpable era la deshidratación— como diurético, el alcohol nos haría perder líquidos—.
Pero evidencias recientes sugieren que la deshidratación juega en esto un papel pequeño.
Por el contrario, el problema parece residir en la química de las bebidas.
El proceso de fermentación del alcohol genera también residuos tóxicos.
Son los que proveen a las bebidas de un tono más oscuro.
Esto explicaría por qué el whiskey causa una resaca peor que el vodka.
Y también por qué mezclar bebidas es una pésima idea, ya que cuanto más variados son los cócteles, más diversas son las sustancias tóxicas que se ingieren.
Algunas horas después de haber ingerido alcohol, éste se transforma en acetaldehído y después en acetato.
Esas sustancias producto del metabolismo del alcohol son las que causan las náuseas, los sudores y el pulso acelerado típicos de las resacas.
El alcohol y sus derivados también pueden generar problemas en el sistema inmunológico e inflamaciones.
"Cuando tenemos una resaca fuerte sentimos hinchazón", explica Stephens en referencia a lo anterior.
Esta inflamación también tienen lugar en el cerebro y contribuye al dolor de cabeza.
Y esto, combinado con el índice glucémico bajo y el cansancio, contribuye al mal humor tan típico de las mañanas resacosas.
Al menos eso es lo que le ocurre a la mayoría de la gente tras una noche de copas.
Pero uno de los mayores misterios que rodea a la resaca y desafía a los científicos es por qué un cuarto de los bebedores asegura que nunca sufre ese mal.
Tal vez se deba a un beneficio genético.
Hay estudios que apuntan a ello.
"Problema de jóvenes"
Aunque sufrir de resaca puede ser también una cuestión de personalidad.
En ese sentido, un estudio descubrió que las personas neuróticas tienden a sufrir más resaca que aquellas que tienen un carácter relajado.
Sin embargo, Stephens no descarta la influencia de la forma de beber en sus consecuencias.
"Puede ser que (los que dicen no tener resaca) beban a un ritmo más lento", dice.
En ese sentido, el experto cita un estudio reciente que indagó sobre la cantidad de alcohol ingerido y la severidad de las resacas.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que en los casos de los volúmenes de consumo similares, al menos el 80% de las personas "resistentes a las resacas" bebió de forma moderada y la concentración de alcohol en su sangre nunca pasó de 0,1 gramo por litro.
Stephens también trató de derrumbar otros mitos en torno a las resacas, incluida aquella idea de que empeoran con la edad.
"Existe la percepción de que las resacas empeoran a medida que envejecemos, pero no hay evidencias de ello. Las resacas son un problema de los jóvenes".
Una de sus investigaciones reveló que ante una considerable ingesta de alcohol, un joven de 20 años es siete veces más propenso a tener resaca que alguien de 60.
Y el experto insiste en que el resultado tiene que ver con la moderación.
"Las personas mayores saben qué es lo que les da resaca y por eso aprenden a beber bien".
Moderación, siempre
En cuanto a la cura para la resaca, la respuesta del investigador es previsible.
Hay pocas evidencias de mezclas mágicas que funcionen.
Los condimentos picantes pueden funcionar como distracción, o como placebo.
Y como la deshidratación tiene un papel secundario, beber agua tampoco ayudará al que padece resaca a sentirse mejor.
"La mejor manera de evitar una resaca es beber de forma moderada", insiste Stephens.
Pero si es demasiado tarde, un analgésico y una tortilla de huevos puede ayudar a disminuir la inflamación y a restaurar los niveles de glucosa en sangre.
En este sentido, algunos estudios han vertido conclusiones sorprendentes.
Hace una década unos expertos descubrieron que un tipo de cactus combate los efectos tóxicos del whiskey y otras bebidas oscuras.
Pero no se ha vuelto a investigar en esa línea.
Stephens advierte, sin embargo, que la resaca es un recordatorio útil de los posibles daños que estamos causando a nuestro cuerpo con el consumo de alcohol.
Su principal consejo es el que daría cualquier padre a su hijo: divertirse, pero beber despacio y aprender a respetar los límites.
Seas o no resistente a las resacas, bebe con moderación y a largo plazo tu cuerpo te lo agradecerá, concluye.