La ciencia detrás de los antojos
No hay nada como el sabor salado de los fideos instantáneos ramen sabor a res. Al menos, no para mí. Probablemente también sientes lo mismo por alguna comida. Un ansia que supera todos los demás antojos. Alimentos cuyo retrato sensorial puede pintar en su cabeza una y otra vez mientras estás de pie en el vagón de metro de camino a casa.
No todos los antojos son tan familiares. ¿Alguna vez has anhelado algo que había olvidado por completo, como el sabor de una rosquilla que ya no se consigue o un aliño de ensalada que probaste en una fiesta hace mucho tiempo?
Se dice que las mujeres embarazadas anhelan combinaciones de alimentos extremadamente improbables, desde helados y encurtidos hasta fresas y atún. Se sienten como mensajes importantes que envia el cuerpo.
Pero no lo son. Eva Kemps, profesor de psicología en la Universidad de Flinders en Adelaide, Australia, explica que a pesar de que existe una larga tradición popular de tratar de vincular los antojos a las deficiencias de nutrientes no es el caso.
Una justificación común para antojos de chocolate, por ejemplo, es que el cuerpo está bajo en magnesio, un mineral que el chocolate puede proporcionar.
Pero muchos, muchos alimentos, incluyendo las espinacas, contienen más magnesio que el chocolate, que es el alimento más comúnmente anhelado en las sociedades occidentales.
"Curiosamente, la gente no anhela espinacas", observa.
Factor hormonal
Hay muchas racionalizaciones de este tipo. Pero los antojos están más estrechamente vinculados a las emociones y a las señales externas que evocan recuerdos.
Estar triste, ansioso, estresado, aburrido, o solo es a menudo el detonante de un antojo, dice Kemp.
La comida como consuelo no explica exactamente la precisión de los antojos, excepto por el hecho de que a menudo anhelamos alimentos con los que que hemos tenido experiencias previas.
También tendemos a desear cosas que sólo hemos visto en una foto o que aparecen en nuestra vecindad. Como cuando aparecen magdalenas en la oficina a media tarde, no importa si uno acaba de tener el almuerzo.
No es que la biología no esté involucrada.
El hecho de que las mujeres tienden a sentir significativamente más antojos en los días justo antes de sus períodos, y durante el embarazo, sugiere que puede haber un componente hormonal.
Pero Kemps no puede decir si eso es algo que juega un papel nutricional o simplemente ruido en las neuronas.
Y, obviamente, los antojos son más universales que el embarazo o la menstruación.
Independientemente de sus orígenes, los antojos pueden ser extraordinariamente intrusivos.
Los experimentos han demostrado que hacen que sea más difícil realizar tareas cognitivas, lo que sugiere que están acaparando una cierta cantidad limitada de banda mental.
Señales visuales
Para entender el proceso del anhelo y ver cómo podría ser interrumpido, Kemps y su colega Marika Tiggemann han estudiado exactamente lo que se siente.
Pidieron a 130 sujetos recordar un antojo que hubieran tenido y escribir una descripción sobre el objeto del deseo.
Lo que vieron es que las personas no piensan en el sonido o en el tacto, son las imágenes visuales las que juegan un papel importante, junto con el gusto y el olfato imaginado, por supuesto.
Se preguntaron si hacer a las personas pensar en imágenes que no son alimentos, como los arco iris o jardines de rosas, podría cortar los antojos de raíz.
El resultado fue que estas imágenes sí pueden disminuir la intensidad de los antojos.
Otro equipo vio que podía sofocar las ansias de los sujetos haciendo que jugaran al Tetris.
Mirar a la televisión también funciona, dice Kemp.
Ahora, ella y sus colegas están planeando ver si pueden distraer a la gente antes de que los antojos se conviertan en imágenes mentales en toda regla, cuando son aún vagos deseos.
Si los antojos están fuera de control, si son una constante en el día de uno, pueden causar estragos en la salud, ya que comer los elementos deseados puede significar calorías innecesarias.
Pero si los antojos son más intermitente, Kemps tiene algunos consejos sorprendentes. "En realidad es mejor sucumbir a ellos", dice ella. "Cuanto más fuerte es el antojo, más obsesionado va a estar uno".