No solo las madres son referente emocional clave para el desarrollo infantil
El vínculo entre hijos y madres es una pieza clave para el desarrollo humano y la formación de la confianza básica de las personas. Ambos padres pueden desarrollar una relación cariñosa con su hijo, pero es sobre todo la imagen de la madre amorosa y su estrecho vínculo con el niño lo que está muy anclado en la conciencia colectiva occidental.
Vínculos en la primera fase infantil
En general, la idea es que la madre es la persona que suele proteger al niño desde su nacimiento, desde el primer contacto físico. Las madres perciben las necesidades del niño, este encuentra en ella consuelo y se puede sentir seguro. "Una madre es la única persona en el mundo que te quiere antes de conocerte”, decía el educador suizo Johann Heinrich Pestalozzi a finales del siglo XVIII.
Este método de crianza, en el que la madre es la figura de vínculo más importante, tiene su origen en la teoría del apego, desarrollada por el psicoanalista y psiquiatra infantil británico John Bowlby. En Occidente, esta teoría es la madre -mejor nunca dicho- de todos los métodos educativos.
Bowlby observó a niños de orfanatos que tenían discapacidades debido a la separación de sus madres. En muchos estudiantes con problemas de comportamiento y delincuentes juveniles, comprobó que habían tenido relaciones muy disruptivas a temprana edad. Con su libro "Apego: un análisis de la relación madre-hijo", publicado en 1969, incluyó no solo los factores que obstaculizan, sino también los que promueven la relación madre-hijo.
Figura de apego da consuelo
Según dicha teoría, el niño busca una persona de apego, por ejemplo, cuando se cae del columpio, explica el psiquiatra de niños y adolescentes Karl Heinz Brisch. Es un defensor de la teoría del apego. Una cercanía tan íntima se produce en aproximadamente un año, explica el profesor de la Universidad Privada de Medicina Paracelsus en Salzburgo.
Por lo tanto, el apego es un vínculo emocional duradero con personas muy específicas no intercambiables. El niño busca su cercanía y apoyo cuando ya no puede hacer frente de forma independiente al dolor, al miedo o a la pena.
Según Brisch, las características de una figura de apego incluyen un carácter sensible que reacciona a las emociones del niño. Pasar tiempo juntos no es suficiente. Solo cuando la persona es afectuosa y puede consolar a un niño que llora, entonces la figura de apego actúa como es necesario.
Dudas sobre la validez universal
Sin embargo, la teoría del apego también tiene sus detractores. Por ejemplo, Heidi Keller, psicóloga de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien en su libro "El mito de la teoría del apego” critica que solo tenga validez universal en Occidente.
En muchas culturas, es normal que los parientes, abuelos, hermanos y vecinos también jueguen un papel importante en la crianza infantil. La psicóloga pasó décadas investigando cómo crecen los niños en diferentes culturas. Para ello, viajó a países africanos, India, Latinoamérica, EE. UU., Europa y Oriente Medio, a grandes ciudades y a pueblos remotos.
Según la experta, para el desarrollo emocional positivo del niño es crucial recibir suficiente amor y atención de un cuidador durante la infancia, no necesariamente de los padres. El contacto con otras personas es además importante para adquirir y ampliar las habilidades sociales.
Además, la disponibilidad constante de la madre, la necesidad de responder siempre a los deseos del niño, puede provocar agotamiento o desgaste en muchas mujeres, afirma Keller.
Estudio a largo plazo
Keller se remite a un estudio histórico realizado durante más de 40 años por los psicólogos estadounidenses Emmi Werner y Ruth Smith con niños nacidos en la isla de Kauai en 1955.
Un tercio creció en circunstancias familiares difíciles o en la pobreza, pero se desarrolló con éxito y sin problemas de comportamiento. Según el estudio, se debió a las relaciones con compañeros, vecinos, maestros o incluso personas que ejercían como si fueran sus padres. Es decir, que una buena relación con una figura de apego es beneficiosa para la crianza de los hijos.
El apego no tiene nada que ver con el parentesco
El psiquiatra infantil Karl Heinz Frisch cree que los niños priorizan y suelen tener una o dos figuras de apego: "Los niños suelen formar jerarquías, dependiendo de quién los trate con más sensibilidad”. No necesariamente tiene que ser la madre y el padre, sino que también pueden ser otras personas.
"El apego no tiene nada que ver con la relación biológica", explica Brisch. No hay evidencia científica de que los niños se sientan más atraídos por los parientes consanguíneos.
(rmr/ers)