AFP
Con una mirada desprejuiciada y crítica sobre la historia reciente y un cine al que logró imprimirle un sello propio, a sus 40 años el cineasta chileno Pablo Larraín está listo para jugar en las grandes ligas del cine mundial.
Por segundo año consecutivo, competirá por los Globos de Oro con su filme "Neruda", en el que reconstruye la persecución implacable a la que el gobierno de Gabriel González Videla sometió al poeta a finales de los años 40.
Con "Neruda", Larraín vuelve a romper esquemas para representar -con todas sus grandezas y miserias- la figura de uno de los poetas más reconocidos en lengua española.
"Es alguien de 40 años que desde su propia generación mira al pasado y no lo mira con la herencia de las generaciones anteriores ni ideas fijas ni prejuicios. Y en eso es bien despiadado. Su mirada sobre la sociedad chilena es dura", dice a la AFP el crítico de cine Antonio Martínez.
"Es una mirada original, nueva y provocadora", coincide de su lado Ernesto Garratt, columnista de cine del diario El Mercurio, quien destaca también su manera arriesgada de filmar, con una velocidad distinta que le imprime un sello muy personal a sus películas.
Premio Nobel de Literatura en 1971 y miembro del Partido Comunista, Neruda protagonizó una singular huida del país a caballo por la cordillera de Los Andes, en una travesía en la que estuvo a punto de morir.
En esta película policial de humor negro, Larraín prefirió dejar de lado facetas más reconocidas del poeta, militante comunista y diplomático, para abordar el lado más humano y no siempre glamuroso del mito, autor de los versos de amor más leídos del mundo.
La cinta de Larraín refleja las máscaras y hasta el cinismo de este mujeriego y 'bon vivant'. Tanto, que en una escena una sindicalista en huelga se le acerca para preguntarle si la revolución es para que vivan todos como él.
Mirada crítica
La misma apuesta Larraín hizo con "NO", su más reconocido filme hasta ahora y que en 2013 se convirtió en el primer filme chileno en aspirar a los Oscar en la categoría de mejor película extranjera.
Con una descarnada visión sobre la campaña política para el plebiscito que puso fin a la dictadura de Pinochet en 1988, Larraín apostó también en ella por desmitificar una historia que en Chile tiene tintes épicos, cosechando numerosas críticas de sus protagonistas reales.
En "NO" el cineasta opta por abordar la historia desde los ojos de René Saavedra, un exitoso publicista alejado de la política que enfrenta la campaña publicitaria como una más, volviendo a quebrar esquemas.
En "El Club", que ganó el Oso de Plata-Gran Premio del Jurado en el festival de Berlín y fue seleccionado a los Globo y los Oscar de 2015, el cineasta se centra en un grupo de sacerdotes católicos criminales, a quienes la Iglesia esconde en una casa de un pueblo remoto.
Este hijo de un reputado senador conservador y de una exministra del gobierno de derecha de Sebastián Piñera, trata de evitar la "autocomplacencia", haciendo películas "con una identidad muy fuerte" y "honestas", declaró en una ocasión a la AFP.
Tras estudiar cine en la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación de Chile (Uniacc), irrumpe en la escena artística en 2005 con la cinta "Fuga", de desigual crítica.
Su primer salto internacional lo da con "Tony Manero" (2008), una cinta que retrata la vida de un hombre obsesionado con el personaje encarnado por John Travolta en la película "Fiebre de Sábado por la noche" en plena dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Con "Jackie", su última cinta en inglés sobre la primera dama estadounidense y su vida tras el asesinato de su marido, el presidente John F. Kennedy en 1963, la carrera del cineasta chileno ha dado el salto internacional.
En su camino al éxito es central la figura de su hermano Juan de Dios Larraín, productor de sus filmes y su socio en su productora Fábula, asentada en Santiago y donde también patrocinan otras cintas nacionales.