Mujeres Bacanas: Tina Modotti, pionera del fotoperiodismo en México
Pionera del fotoperiodismo en México y una activista revolucionaria hasta el fin de sus días, Tina Modotti ha visto muchas veces su obra pasar a segundo plano a causa de los acontecimientos que rodearon su vida.
De origen italiano, abandonó la escuela a los 12 años para trabajar en una fábrica textil con el fin de ayudar a su familia. Cinco años más tarde emigra a Estados Unidos donde incursionó en el mundo de Hollywood como actriz y modelo. Sin embargo es junto al fotógrafo Edward Weston donde encontraría su oficio y talento, la fotografía.
Empezó trabajando como modelo, pero luego empezó a interesarse por la técnica de la fotografía, la que se acentúa una vez que se traslada a México en 1923. Allí se impresiona tanto con el país que decide plasmarlo en la fotografía como un homenaje, y que consiste en la mayor parte de su obra conformada por tan solo 400 fotografías. Se siente tan conmovida por la injusticia y la miseria que vivía gran parte de la población que se convierte en activista del partido comunista.
A través de sus ideales es que empieza a transformar su obra en un reflejo de la lucha social de los habitantes más vulnerables de México mientras trabaja como editora y fotógrafa para la revista Mexican Folkways y el periódico El Machete, labor que la llevó a ser considerara la precursora del fotoperiodismo mexicano y uno de los máximos referentes de la fotografía mexicana del siglo XX.
Fue cercana a artistas como David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Frida Kahlo y Diego Rivera, de quiénes fotografió algunos de sus trabajos. Sin embargo en 1929 su vida dio un trágico giro al ser acusada de matar a su pareja y de intento de asesinato del presidente mexicano, lo que significó ser expulsada del país con rumbo a Alemania. Ahí se hace miembro de la “Unión de fotógrafos de prensa” pero más tarde decide abandonar la fotografía por el activismo político. Se transforma en espía en la Europa fascista y participa en la guerra civil española trabajando para la Cruz roja.
En 1939 vuelve a México como asilada y tres años más tarde muere en extrañas circunstancias a los 46 años.