Mujeres Bacanas: Pina Bausch, la revolución de la danza
Pionera de la danza contemporánea, Pina Bausch cambió el modo de bailar para siempre. Creadora de un estilo de vanguardia que nació del expresionismo alemán y se mezcló con las emociones y la presencia de otras disciplinas artísticas, esta coreógrafa desligó la danza moderna del ballet y la guió hacia la libertad del movimiento como expresión estética.
A los cuatro años vio un ballet en su natal Solingen en Alemania, donde sintió que bailar sería lo único que querría hacer el resto de su vida. Pina convirtió a la danza en una solución a su timidez; su miedo a hablar fue reemplazado por la expresión de su cuerpo. Para suerte suya una escuela de danza se instaló a 30 kilómetros de su casa y luego, a los 15 años, entró a estudiar ballet con Kurt Joos. La escuela mezclaba diversas disciplinas, además de ballet, como ópera, teatro, música, escultura, pintura, fotografía, pantomima y artes gráficas. La exposición de Pina a todas estas artes se vería plasmado en su futuro trabajo, donde como coreógrafa siempre concibió obras donde la danza se involucraba con otras manifestaciones creativas en el escenario.
Luego de estudiar en Nueva York, donde absorbió las tendencias y se hizo fanática de todo tipo de música, Pina volvió a formar parte de la nueva compañía de su primer maestro, Kurt Joos, la Folkwang Ballet Company, donde terminó siendo directora artística en 1969. Pina empezó a escribir composiciones propias con su cuerpo y de manera orgánica decidió lo suyo era crear piezas a ser interpretadas por otros. Estrenó su primera obra en 1968 y se llamó “Fragment”.
A sus 33 años le hicieron una oferta que no podría rechazar: tener su propia compañía de ballet. Su visión cosmopolita más la fuerte influencia del expresionismo alemán, hicieron de Pina una vocera de un nuevo tipo de danza, donde las rutinas del ballet fueron reemplazadas por la completa libertad de movimiento. Generó una polémica cuando renombró la Wuppertal Ballet como la Wuppertal de Danzateatro, introduciendo al mundo a una nueva manifestación del baile donde la emoción, generalmente la angustia humana existencial, la falta de normas y la disociación se convirtieron en los temas centrales de sus obras.
Bajo su dirección nacieron piezas inolvidables como por ejemplo “El rito de Primavera”, estrenada en 1975 cubrió todo el suelo con tierra húmeda que iba manchando las vestimentas de los bailarines a medida se despliegan en escena. Otro ejemplo es la melancólica “Café Müller”, donde los bailarines, con los ojos vendados, chocan con mesas y sillas, símbolos de los obstáculos en la vida.
En 1978 Pina recibió el encargo de crear su propio Macbeth para el teatro de Bochum, pero su visión vanguardista provocó que la mayoría de los bailarines renunciaran por considerar que había insuficiente danza de tipo convencional. Pina entonces decidió abordar la obra sólo con 4 bailarines, 5 actores y un cantante. Tras un proceso experimental creó un nuevo método y la obra finalmente se distanció del ballet y el montaje adquirió características surrealistas.
La nueva forma de hacer danza moderna fue la consagración de un movimiento que Pina, cigarro siempre en mano, continuó hasta su muerte en su compañía, conformada estrictamente por 30 bailarines, hombres y mujeres.
Su visión de la danza hizo que recibiera varios premios y reconocimientos; doctorados honorarios de distintas universidades, la medalla francesa de Commandeur de l’Ordre des Arts et de Lettre en 1991 y el León de oro de la Bienal de Venecia de 2007 por el trabajo de su vida, entre muchos otros reconocimientos.