Es quizás, la mujer más influyente en el mundo de la música, el punk y el rock de la segunda mitad del siglo XX; poeta, música, escritora, su irrupción en los 70 en Nueva York fue como un estallido de arte, verdad y espíritu libre. Un ícono de estilo que jamás ha trabajado con su sexualidad, sino que con el ritmo de sus palabras y su capacidad de develar su alma. Patti Smith es la sacerdotisa del punk, pero es también una de las mujeres más únicas y poco entregadas a los convencionalismos –de la música y la sociedad-, que ha inyectado de ganas de hacer lo mismo a miles de hombres y mujeres que han consagrado su legado.
Nació en una familia obrera, y bastante religiosa, en Chicago; luego se mudó a Filadelfia y Nueva Jersey. Aunque fue creciendo como cristiana, ya en la adolescencia se reveló contra la religión y, media desadaptada, se refugió en la poesía de Rimbaud. Smith entró a la universidad pero pronto lo dejó, tuvo un bebé y lo dio en adopción. Comenzó a trabajar en una fábrica, hasta que en 1967 se mudó a Nueva York; ahí, el mundo cambió.
En Manhattan Smith comenzó a escribir música y poemas, a presentarse en obras de teatro y conoció al hombre más influyente de su vida artística: el fotógrafo Robert Mapplethorpe. La relación de amor de ambos, artistas jóvenes sin dinero luchando por sobrevivir y crear, está hermosamente retratada en el premiado libro de Smith, Éramos como niños. Se empujaron artísticamente, crecieron, se amaron y se separaron, y aunque Mapplethorpe después se daría cuenta de su homosexualidad, ambos siguieron siendo amigos cercanos de hasta la muerte de este a fines de los 80. La estética de Mapplethorpe se unía a la poesía y rock de Smith.
Smith comenzó a dar conciertos y se corrió la voz de sus presentaciones en el escenario, una fuerza de la naturaleza que mezclaba desde jazz a rock a punk, con letras de poesía. En 1974, junto a Lenny Kaye, comenzó a dar forma al Patti Smith Group, y fue la primera punk del movimiento en grabar un disco. Horses, de 1975, fue un remezón en el mundo de la música, y su foto de portada, un retrato de Smith tomado por Mapplethorpe, una de las imágenes icónicas del rock. Quizás la metáfora de lo que causó Horses –con su cover de Gloria donde Smith dice que Jesús murió por los pecados de alguien, pero no los suyos-, es la foto que le tomó Annie Leibovitz para Rolling Stone en 1978: Smith emergiendo de las llamas.
Patti Smith seguiría sacando discos –incluso tendría algunos hits, como Because the night, coescrita con Bruce Springsteen- , pero comenzó un pequeño retiro cuando se casó con el guitarrista Fred Smith, y tuvo dos hijos. Ese alejamiento de la música, con discos esporádicos, terminó con la muerte de su esposo en 1994, y luego la de su hermano. Rescatada del dolor por sus amigos, Smith nuevamente se volcó a la música y se subió a los escenarios, partiendo por una gira junto a Bob Dylan.
Desde entonces Smith ha seguido escribiendo –incluso en libros policiales-, presentándose para leer su poesía y tocar su música, participar de activismo político y en contra de la guerra, y crear proyectos siempre llenos de creatividad; hoy por ejemplo, trabaja junto a su hija en hacer un disco y conciertos usando los poemas de Nico, la musa de Warhol.
Quizás esta cita de Éramos como niños la resume mejor: “Nadie me buscaba. Todo me esperaba”.