Nadia Comaneci aterrizó tras su rutina en las barras asimétricas, y creyó que lo había hecho bien. Nada muy distinto a lo que hacía diariamente en su entrenamiento en gimnasios, y que había presentado en otros campeonatos de ese año, 1976. La verdad, ha contado ella décadas después, es que cuando vio que la pantalla electrónica anotaba “1.00”, pensó que le estaban descontando puntaje por alguna falla en su presentación de gimnasia en esos Juegos Olímpicos de Montreal. Pero, con el rugido de aplausos que se generó en el público, fue que ella y todos se dieron cuenta que no era un 1, su puntaje era un 10, el primero de la historia de la gimnasia en los Juegos Olímpicos; algo tan inédito que el marcador no estaba técnicamente preparado para mostrarlo. No sólo ese día se anotaría una rutina evaluada como perfecta, sino que tendría seis otros 10 en diferentes disciplinas y se convirtió, con 14 años, en la medallista de oro más joven de la historia.
Comaneci nació en Rumania, en pueblo llamado Onesti, y desde pequeña demostró habilidades atléticas; a los 6 años, luego de que la vieran darse la rueda en el patio del colegio, fue seleccionada para ser entrenada por Bela Karolyi, quien junto a su mujer Marta se transformaron en líderes de la gimnasia de fama mundial. Nadia comenzó a competir en 1970 y fue la más joven en ganar el campeonato nacional de Rumania.
A los 13, en 1975, ganó un campeonato internacional por enormes márgenes de puntaje y se llevó varias medallas de oro. En 1976 fue también parte de la copa americana en Nueva York, donde además de ganar varios premios, fue fotografiada con otro joven gimnasta, un par de años mayor, que décadas más tarde se transformaría en su marido, Bart Conner.
Los Juegos Olímpicos de Montreal, con su “perfecto 10”, transformaron a Comaneci en una estrella internacional. Aunque ella, sólo una adolescente, no apreció realmente su fama, ni cambió mucho su vida, que sucedía bajo el régimen comunista de Nicolae Ceaușescu. Nadie fue recibida como heroína, por su puesto, y se llevó varios honores, incluida ser nombrada “Héroe de la labor socialista”.
En los años siguientes continuó con competencias y fue a los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980 -donde se llevó dos medallas de oro-, y a los de 1984 en Los Angeles, pero en estos últimos, por problemas políticos entre Estados Unidos y Rumania, sólo fue como espectadora. Comaneci se retiró de la alta competencia, y no podía viajar mucho a campeonatos o demostraciones por el estricto régimen de su país. En 1981, sus entrenadores habían “desertado” de Rumania y emigrado a los Estados Unidos. En 1989 Comaneci haría lo mismo, huyendo de su país pocos meses antes de que cayera Ceausescu.
En Estados Unidos comenzó una nueva vida; en 1996 ya estaba casada con su colega Bart Conner -la ceremonia de Bucarest fue televisada en su país donde es considerada una heroína- y ha seguido siendo parte de la disciplina olímpica, con academia propia y siendo parte de distintas federaciones, comentarista de los Juegos Olímpicos y promueve las Olimpiadas Especiales. Ella misma fundó una clínica para niños de escasos recursos en Bucarest y además ha tenido participaciones como diplomática entre Rumania y Estados Unidos.
Hoy, las reglas de los Juegos Olímpicos para gimnasia han cambiado: ya no se entregan puntajes del 1 al 10, y la edad de las competidoras debe ser de al menos 16. Por lo mismo, la hazaña de Comaneci y su perfecto 10 a los 14, pasará eternamente a la historia, sin ser superada.