Mujeres Bacanas: Marta Colvin, la escultora de la fuerza de la naturaleza
Nació en Chillán, mitad irlandesa y mitad chilota. Marta Colvin se casó con apenas 16 años y tuvo tres hijos siendo muy joven. De la vida hogareña pasó a la artística gracias a un encuentro con una ex profesora de dibujo con la cual comenzó a modelar en greda. Junto a otras dueñas de casa formaron el grupo Tanagra donde aprendieron escultura en forma autodidacta.
“Me habría resignado a vaciar sólo en mi universo doméstico mis anhelos de creación, si un hecho fortuito, sin importancia aparente en sí, no hubiera encendido la chispa inicial del que debía ser mi destino”, escribió años después.
El terremoto de Chillán de 1939 literalmente sacudió su vida, porque su casa se destruyó y tuvo que radicarse en Santiago. Con 32 años entró a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile donde luego de estudiar, siguió de ayudante y más tarde de profesora. Siendo ya una mujer madura Marta supo seguir creciendo y forjar su propio camino en el arte.
Entre 1948 y 1949 viajó a Francia becada por el gobierno francés para continuar su formación como escultora en la Academia Grand Chaumiere. También tomó cursos de Historia del Arte en el Louvre y de Estética en la Sorbonne. Un par de años después fue becada por el British Council para seguir estudiando en Londres. Ahí conoció al escultor Henry Moore quien fue fundamental en su formación y la hizo desarrollar elementos de la tradición y cultura prehispánica. Colvin luego realizaría viajes por Perú y Bolivia en busca de inspiraciones precolombinas.
En 1970 Marta ganó el Premio Nacional de Arte y siguió recibiendo galardones, fuera y dentro de Chile, hasta el fin de sus días. Sus obras se lucen en distintas partes del mundo; literalmente de Talca a París y Londres, pasando por Amsterdam, Osaka y Santiago. Vivió más de dos décadas en Francia e incluso se casó con un filósofo y crítico de arte francés. Sus esculturas se fueron alejando de la forma humana, y transformándose en representación de la fuerza de la naturaleza en distintos materiales y soportes.
En 1990 regresó a Chile y en 1993 se realizó una gran retrospectiva de su obra en el Museo Nacional de Bellas Artes. Murió un par de años después y en año 2007 la sucesión de Marta Colvin donó su archivo personal a la Biblioteca y Archivo del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile. Es una de las hijas ilustres de Chillán y en el fundo “El Mono” de su primer marido, Fernando May Didier, se instaló el museo Marta Colvin con parte de su historia.