Pocos saben que los museos de reproducciones de celebridades en cera deben su nombre a la escultora francesa Marie Tussaud. Nació con el apellido Grosholtz pero no conoció a su padre que murió en la guerra antes de que ella naciera. Marie y su madre se trasladaron a Suiza porque la señora Grosholtz se empleó como ama de llaves para el doctor cirujano Philippe Curtius, experto en esculpir modelos anatómicos para la investigación. Marie se fue haciendo muy cercana a Curtius y aprendió de él a esculpir la cera. Cuando el doctor dio un giro en su carrera y decidió instalarse en Paris para dedicarse a los retratos, Marie se transformó en su ayudante. Los primeros ilustres en posar para ella fueron Voltaire y Benjamin Franklin y sus servicios como profesora de arte fueron requeridos en el Palacio de Versalles en 1780.
Antes que se desatara la Revolución Francesa, Marie había realizado los retratos del ministro Jacques Necker y del duque de Orleáns. En 1789 fueron sus bustos de cera policromada los que la multitud alzó dos días antes de la Toma de la Bastilla. Su cercanía a la aristocracia hizo que fuera detenida y que incluso le afeitaran la cabeza para ser guillotinada, pero se salvó gracias a amistades influyentes. En adelante tuvo la ingrata misión de esculpir a varios de los guillotinados como Luis VXI, María Antonieta, Marat y Robespierre. Sus obras se utilizaron entonces como estandartes del orgullo revolucionario y actualmente forman parte de la “Cámara de los Horrores” del Museo Madame Tussaud.
En 1795 se casó con el ingeniero François Tussaud y tuvieron dos hijos. La familia se instaló en Londres y en 1835 Marie realizó su primera exposición de figuras de cera en Baker Street. El museo y sus creaciones se hicieron muy populares y el negocio fue un gran éxito. Durante un tiempo Tussaud también se dedicó a viajar con una colección itinerante por Inglaterra e Irlanda.
En 1988 Madame Tussaud escribió sus memorias y murió en el sueño cuando tenía 88 años. Su hijo François quedó a cargo del museo y décadas después fueron sus nietos quienes decidieron trasladarlo a un edificio más grande en la calle Marylebone, donde funciona hasta hoy. Un incendio y los bombardeos de la II Guerra Mundial afectaron al museo, pero algunas de sus figuras originales aún se conservan.