Coretta Scott King nació en el sur de Estados Unidos, en Marion, Alabama. Nieta de esclavos, su familia había avanzado en salir de la pobreza y recibieron educación. Coretta desde pequeña demostró gran talento musical y buena voz, y eventualmente recibió una beca para la universidad de Antioch donde estudió música. Era de los pocos afroamericanos ahí y tras sufrir de discriminación, comenzó su camino por el activismo; se unió a organizaciones civiles por los derechos de la población negra como NAACP.
Luego se transfirió al Conservatorio en Boston, donde conoció a Martin Luther King. Se casaron en 1953 y un año después se trasladaron a Alabama, desde donde Luther King se convirtió en el principal líder, rostro y voz del movimiento por los derechos civiles. Coretta ayudaba a realizar protestas y movilizaciones, además de liderar “conciertos por la libertad”, mientras criaba a sus cuatro hijos. Además se perfilaba como líder, participando como representante de EE.UU. en la conferencia de Mujeres por la Paz en Ginebra. Scott criticaba en parte al movimiento de derechos civiles porque decía que no tomaba en cuenta lo que aportaban las mujeres. Vino el asesinato de su marido en 1968; dos días después, Coretta lideraba la última marcha en la que debería haber caminado su marido.
Desde entonces su perfil público se hizo más fuerte: participó en la lucha en contra de Vietnam, y durante las siguientes décadas amplió su pelea porque todas las minorías tuvieran espacio en el mundo sin discriminación; no sólo los afroamericanos y las mujeres, sino que también la comunidad LGTB. También hizo activismo en contra del Apartheid en Sudáfrica, mientras armó un centro en homenaje a su fallecido marido y consiguió que el día de su nacimiento fuera feriado nacional en su país. Fue también la primera mujer en dar el discurso de inauguración del año en Harvard.
Recibió cientos de premios y honores en vida; a su funeral llegaron casi diez mil personas, incluidos cuatro presidentes de EE.UU.