Hija de un tres veces electo presidente de Costa Rica, Christiana Figueres, Máster en Antropología por la London School of Economics, en 1982 comenzó a trabajar en la embajada costarricense de Bonn, Alemania. Se mudó a Estados Unidos a mediados de los noventa, donde fundó el Centro para el Desarrollo Sostenible en las Américas, donde asesoró a los gobiernos de una decena de países americanos en temas de cambio climático.
Tras integrar distintas comisiones y participar de las negociaciones en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en 2010 fue nombrada secretaria ejecutiva de esta convención, en la que lideró los acuerdos mundiales climáticos por dos períodos consecutivos.
Las medidas para combatir el cambio climático han evolucionado desde los noventa. Los primeros intentos por hacer frente a este problema están plasmados en el Protocolo de Kioto, de 1997, que compromete a las principales potencias mundiales a limitar sus emisiones de CO2. Sin embargo, en 2009, en un fallido encuentro en Copenhague, no se logró acordar un tratado entre países. Cuando Figueres asumió como secretaria ejecutiva, se empeñó en liderar un proceso que condujera a un marco regulatorio universal, el cual culminó con el histórico Acuerdo de París de 2015, el que hoy ha sido ratificado por 184 países.
Algunos de los objetivos del Acuerdo de París son mantener el aumento de la temperatura media mundial a niveles preindustriales o crear incentivos financieros que promuevan la mitigación del calentamiento global y disminuyan las emisiones de CO2.
Tras su paso por la ONU, Christiana fundó Global Optimism, una empresa orientada al cambio social y ambiental. Una de sus iniciativas es Mission 2020, una campaña mundial para concientizar sobre la necesidad de hacer una transformación urgente en los países en desarrollo, con el objetivo de bajar las emisiones de CO2 para 2020. Además Christiana es consejera en varios directorios relacionados con el cambio climático, como el Banco Mundial, Unilevery Endesa Latinoamérica.