Camille Paglia nació y se crió en el Estado de Nueva York. Creció viendo a un tipo de feminismo que la apasionó, mujeres aventureras y de armas tomar como Amelia Earhart o Katharine Hepburn. Paglia fue a Yale -le gusta remarcar que era la única mujer homosexual en la universidad en esa época- y luego fue apadrinada por Harold Bloom. Comenzó haciendo clases en los años 60 en Bennington College y desde 1984 se convirtió en profesora de la Universidad de las Artes en Filadelfia, donde trabaja hasta hoy.
Paglia escribió como tesis de graduación de Yale su libro Sexual Personae, el que demoraría más de una década en llegar a librerías, siendo rechazado por varias editoriales. Cuando fue publicado, fue un éxito total. Ahí analiza la cultura occidental, con la teoría que el paganismo siempre ha ganado en nuestra civilización, con la fuerza del desorden y del sexo. Se enfrentó al feminismo por “romantizar” las razones de la violencia o el choque de géneros. Desde entonces que Paglia es considerada una feminista altamente polémica.
En el auge de #MeToo, Paglia se ha convertido en la voz disidente. Para ella, el feminismo es fundamental porque lo entiende como remover todas las barreras que encuentran las mujeres para avanzar en lo político y lo profesional. Pero se opone a ver a todas las mujeres como víctimas, sin voz ni voluntad; ella dice que eso sólo lleva a una cultura retrógrada. Paglia cree que las mujeres, sobre todo de clase acomodada, pueden y deben defenderse solas. Además, critica el aburguesamiento del movimiento feminista, que desde los 70 se habría transformado en elitista y sólo centrado en el avance profesional.
Por estos pensamientos y más -se pueden encontrar en español en el libro recién lanzado en España, Feminismo pasado y presente-, es que Paglia es llamada “la feminista maldita”, y amada y odiada por igual.