Era 1966 y Roberta “Bobbi” Gibb, una joven nacida en Boston naturalmente atlética y deportista, llevaba ya dos años entrenando para correr en la famosa maratón de su ciudad. Pero cuando regresó su solicitud de inscripción, en vez de un número de corredora venía una carta que explicaba que la maratón era sólo para hombres, en parte, porque las mujeres no estaban en las condiciones fisiológicas de correr grandes distancias. Eso bastó para que Bobbi se pusiera un polerón con capucha para esconder el pelo rubio y corriera en la maratón como los demás. Así, sin permiso y como acto de rebeldía, Bobbi Gibb fue la primera mujer en participar de la Maratón de Boston, que recién permitió el ingreso de deportistas femeninas en 1971 de manera oficial.
A “Bobbi” Gibb siempre le gustó correr porque la hacía sentir libre. Cuando se fue a vivir y a estudiar a San Diego, su entrenamiento incluía más de diez kilómetros diarios. Cuando le llegó la carta de rechazo de la maratón de Boston, había entrenado ya grandes distancias y sin problemas. “La gente no se da cuenta cómo era en ese entonces”, ha contado ella en entrevistas. “Ya era difícil para las mujeres ser doctoras o abogadas, liderar negocios, o vivir solas. Una mujer no podía conseguir una hipoteca o tener una tarjeta de crédito a su nombre. Era realmente claustrofóbico”.
Así que tomó un bus a Boston y una hora antes de la maratón con más de 500 corredores, comenzó a rondar el área; cuando todos comenzaron a correr, se unió al montón. Los otros corredores la apoyaron, y le dijeron que no dejarían que las autoridades de la organización la sacaran; a medida en que avanza en kilómetros se pasó la voz de su hazaña, y era esperada por mujeres que la vitoreaban en el camino.
Corrió sin problemas la mayor parte de la carrera, pero usaba zapatos de hombre –no existían para mujeres especializados- que le hirieron los pies, además de que no había entrenado en pavimento antes. Quedaban pocos kilómetros y sus pies sangraban. “Pero si no llegaba al final iba a hacer que retrocedieran las mujeres corredoras en 20 o 30 años. Tenía que terminar, y terminar bien”, ha recordado ella. Bobbi Gibb llegó a la meta con un tiempo de 3 horas, 21 minutos y 40 segundos, excelente marca. Rápidamente se convirtió en noticia.
Gibb corrió la maratón los dos años siguientes, en los que se le fueron sumando más corredoras mujeres, aun cuando la organización aún no las aceptaba oficialmente.
Estudió ciencias, luego sacó el título de abogada, mientras siempre ha tenido una segunda vocación artística pintando y haciendo esculturas. Hoy trabaja en investigación de neurociencia. Ha ganado decenas de honores en el mundo del deporte, considerada una de las pioneras que llamó la atención sobre la discriminación a las mujeres.