Cada 11 de octubre se celebra en Bolivia el Día de la Mujer Boliviana; la fecha no es escogida al azar, sino que es el natalicio de su escritora más importante, y una de las precursoras del feminismo en su país: Adela Zamudio.
Nació en Cochabamba y desde pequeña se interesó por la escritura; cuando llegó al tope de la educación ofrecida para mujeres en la época, siguió leyendo e instruyéndose. A los 15 años publicó el poema Dos Rosas bajo el seudónimo Soledad, pero sus escritos no volverían a ver la luz en imprenta por un tiempo: a los 25 años publicaba sus poesías en El Heraldo, pero su primer libro, Ensayo poéticos, fue recién publicado en Buenos Aires en 1887. A esta publicación se sumaron después el compilado de poesía Ráfagas en 1903, e Íntimas, una novela de 1913; mucho material, desde cuentos a poemas y hasta obras de teatro, llegaron a imprenta tras su muerte.
Es en Ráfagas donde aparece uno de sus poemas más famosos, llamado Quo Vadis, con el que se enfrentó a la Iglesia Católica. Criada dentro del catolicismo reinante en la época en América Latina, Adela Zamudio se volvió un nombre famoso en su país no sólo por sus poemas en estilo literario romántico, sino que por batallar por el laicismo en el aula. Ella creía que la católica no era la única moral que debía imponerse a los alumnos, y tuvo una lucha epistolar con el Padre Pierini, sacerdote que después sería obispo, y que vio en Zamudio una enemiga de la fe. En Quo Vadis, Adela Zamudio enrostraba que la Iglesia Católica vivía muy lejos de las enseñanzas que impartía: “La Roma en que tus mártires supieron/ En horribles suplicios perecer/ Es hoy lo que Los césares quisieron/ Emporio de elegancia y de placer”. La polémica de Zamudio fue conocida en todo su país.
Además, la escritora dejó plasmado en sus poemas la precaria situación que vivían las mujeres, sin los derechos de los hombres. Otra de sus poesías famosas es Nacer hombre, donde ironiza sobre las infidelidades masculinas o el derecho a voto. Adela Zamudio siguió luchando por la educación de las niñas y niños de Bolivia, y se convirtió en directora. En su tumba se puede leer el siguiente poema: “Vuelvo a morar en ignorada estrella / libre ya del suplicio de la vida, / Allá os espero; hasta seguir mi huella / Lloradme ausente pero no perdida”.