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Misofonía: por qué el sonido de gente comiendo puede molestarte en exceso

Misofonía: por qué el sonido de gente comiendo puede molestarte en exceso
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Estudios de exploración cerebral muestran que los pacientes de misofonía tienen cerebros programados para producir respuestas emocionales excesivas -sobre todo de ira- ante determinados ruidos cotidianos. ¿Eres uno de ellos?

¿Te enfureces cuando oyes los sonidos de alguien comiendo o respirando?

Hay estudios de exploración cerebral que explican por qué te sucede esto.

Se trata de una condición conocida como misofonía, que es mucho más que ser sensible a ruidos como el que produce un tenedor raspando un plato.

"Siento que hay una amenaza y tengo el deseo de atacar, me pongo en modo 'pelea o huida'", dice la paciente Olana Tansley-Hancock, de 29 años, de Kent, Reino Unido.

Científicos de ese país han demostrado que el cerebro de algunas personas está programado para producir una respuesta emocional "excesiva" ante ciertos estímulos auditivos.

Olana desarrolló el transtorno cuando tenía ocho años. En su caso, los sonidos que desencadenan la reacción son los de alguien respirando, comiendo y algunos crujidos.

"Cualquier persona que coma papas fritas siempre me va a molestar, el susurro de la bolsa es suficiente para desatar la reacción", contó a la BBC. "Inmediatamente pienso 'Ay, Dios mío, ¿qué es ese sonido?' Necesito irme o detenerlo'".

La joven pasó mucho tiempo evitando lugares como el cine y tenía que cambiar de vagón siete u ocho veces en viajes de tren de 30 minutos.

"Renuncié a un trabajo a los tres meses, ya que pasaba más tiempo llorando y teniendo ataques de pánico que trabajando", dice.

   
Ruidos como el de alguien comiendo papitas fritas pueden desencadenar la ira de alguien con misofonía.

Científicos de múltiples centros en Reino Unido escanearon los cerebros de 20 personas misofónicas, incluyendo a Olana, y a 22 personas sin la condición.

Se les expuso a una variedad de ruidos mientras estaban en la máquina de resonancia magnética, como el de la lluvia, gritos, y los sonidos que molestaban a cada uno de los voluntarios.

Los resultados, publicados en la revista Current Biology, revelaron que la parte del cerebro que une nuestros sentidos con nuestras emociones -la corteza insular anterior- mostraba demasiada actividad en los casos de misofonía.

Y esta zona estaba configurada y conectada a otras partes del cerebro de manera diferente en aquellos con la anomalía.

El doctor Sukhbinder Kumar, de la Universidad de Newcastle, Reino Unido, dijo a la BBC: "(Estos pacientes) se saturan cuando escuchan los sonidos que disparan la reacción".

"La reacción es la ira en su mayoría, no es disgusto, la emoción dominante es la ira. Parece una respuesta normal, pero luego ocurre en exceso", agrega.

Mecanismos de manejo

Todavía no hay tratamientos, pero Olana ha desarrollado mecanismos de manejo como el uso de tapones para los oídos.

Ella también sabe que la cafeína y el alcohol empeoran la condición, "lo que es una desventaja".

"Pero tengo un caso relativamente suave y todavía puedo tener un trabajo. Conozco a mucha gente que no es capaz ni de eso, así que me siento muy afortunada realmente", dijo.

Todavía no está claro qué tan común es el trastorno, ya que no hay una forma clara de diagnosticarlo y ha sido descubierto recientemente.

En última instancia, los investigadores esperan que comprender las diferencias de los cerebros misofónicos permitirá diseñar tratamientos.

   
La misofonía es más es que ser sensible al ruido de un cubierto rayando un plato.

Electricidad dirigida

Una idea es usar bajos niveles de electricidad dirigida a través del cráneo, que según se sabe, ayuda a ajustar la función cerebral.

"Espero que esto tranquilice a los enfermos", dice Tim Griffiths, profesor de Neurología Cognitiva en la Universidad de Newcastle y el University College de Londres.

"Ahora tenemos evidencia para establecer la causa del desorden, a través de las diferencias cerebrales en los casos de misofonía", afirma.

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