En septiembre de 1919, meses después del fin de la Primera Guerra Mundial, el empresario alemán Emil Molt, director de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria, quiere ofrecer educación a los hijos de sus trabajadores. Fascinado por las ideas pedagógicas del filósofo y esotérico Rudolf Steiner, le encarga fundar una escuela. En ella, varones y niñas asisten juntos a clase, sin importar su estrato social ni el nivel intelectual; lo único que cuenta son las dotes particulares de cada uno. Un concepto que desde sus inicios hasta hoy atrae a muchas familias. En el siglo XX la pedagogía Waldorf se expandió por todo el globo. Actualmente hay unas 1.150 escuelas de este tipo en el mundo entero, 77 de ellas en Latinoamérica.
Pero el método Waldorf también es muy controvertido. Muchos padres temen que sus hijos no aprendan lo suficiente, ya que esta pedagogía se enfoca más en el desarrollo individual que en la mera trasmisión de conocimientos. Otras familias, en cambio, valoran justamente eso, porque esperan que los niños puedan así disfrutar más de su infancia.
"El desafío diario es enseñar con la cabeza, el corazón y las manos”, explica Wilfried Bialik, portavoz de la Unión de Escuelas Waldorf de Renania del Norte-Westfalia, en conversación con DW. En las escuelas Waldorf no hay notas y todos pasan de grado. Al final del año escolar cada alumno recibe una larga evaluación escrita sobre su rendimiento. Recién en los cursos superiores se otorgan calificaciones. Pero los exámenes de bachillerato son idénticos a los de las escuelas estatales y los resultados alcanzados están dentro del promedio nacional.
Bailar, sembrar y esculpir
Las diferencias respecto al sistema escolar convencional son visibles incluso en la arquitectura de estas escuelas – que intenta evitar las líneas rectas – y en los típicos colores pastel de las paredes. El contacto intenso con la naturaleza es uno de los pilares de la pedagogía Waldorf. El labrar la tierra es una materia fundamental de estas escuelas, tanto en Europa como en América Latina. Cada escuela Waldorf en Alemania cuenta con una propia huerta escolar. Quien no dispone de este lujo tiene que buscar alternativas. Tal es el caso de la escuela Waldorf "Juana de Arco”, en Buenos Aires. "Hacemos magia”, dice a DW Soledad Garzón, secretaria pedagógica de aquel instituto, y nos muestra las "huertas rodantes”, cajas de madera sobre ruedas, que pueden ser trasladadas por toda la escuela.
"Esta es nuestra realidad al vivir en esta ciudad. Aprendemos a transformar lo que tenemos en algo bueno, bello y verdadero”, afirma Garzón.
Tejido, costura, carpintería, dibujo y escultura forman parte del plan de estudios Waldorf, al igual que Inglés, Física o Geografía. La diferencia es que se aprende en 'épocas', es decir, bloques de unas tres semanas en las cuales, durante la primer parte del día, se enseña una única materia, por ejemplo, Matemáticas, Historia o Química.
La Euritmia es otra de las particularidades de estas escuelas, a menudo vista con recelo fuera del mundo Waldorf. Se trata de una serie de movimientos danzados y figuras determinadas, por medio de las cuales se interpretan música, letras y textos. Esta materia, ideada por Steiner, se cursa desde el primer grado, hasta egresar de la escuela. De ahí que los alumnos Waldorf sean conocidos por "bailar” su nombre. Los propios alumnos, o "Waldis”, como se les dice en Alemania, dicen disfrutar de estas clases. Sobre todo en los cursos superiores, el intercalar una lección de Euritmia entre muchas horas de trabajo intelectual parece tener un efecto positivo en la concentración.
Steiner: odiado y venerado
Pero Rudolf Steiner, filósofo, escritor y fundador de la pedagogía Waldorf, es hasta hoy muy controvertido. Unos lo veneran como a un gurú. Otros lo desprecian y ven a las escuelas como sectas, que perjudican el desarrollo de los niños. Steiner creía en la reencarnación y el karma y decía poder ver seres incorpóreos. Desarrolló sus teorías en más de 300 publicaciones y llamó a su doctrina 'antroposofía'. Según él, una investigación científica del mundo espiritual. Según sus críticos, más esoterismo que ciencia.
No sólo las ideas esotéricas del filósofo austríaco irritan a muchos, sino también los pasajes racistas en algunos textos. Las críticas persisten, aunque en 2007 la 'Unión de escuelas Waldorf de Alemania' se haya distanciado públicamente de toda forma de racismo y discriminación. En 2015 la propia directiva de esta asociación advierte a sus miembros sobre el peligro de infiltración nacionalista y se despide al gerente de una escuela en Rendsburg, por mantener contactos con los ultraderechistas "Ciudadanos del Reich”.
No obstante, en los últimos 30 años se duplicó el número de escuelas Waldorf en Alemania. El sistema educativo convencional, que estresa y frustra a muchos chicos, propicia seguramente el éxito de métodos pedagógicos alternativos, como éste. Hoy en día, gran parte de las familias que optan por una de estas escuelas no son expertos en antroposofía, ni esotéricos. Su intención primera es ofrecer a sus hijos un ambiente de estudios más humano y respetuoso en el cual desarrollarse y aprender.
Waldorf 2.0
Según Wilfried Bialik, "la educación global del alumno” será también en el futuro la meta principal de las escuelas Waldorf. Añade que "en las escuelas deberá verse reflejado lo que la sociedad moderna exige a los jóvenes”. Muchos críticos reclaman que Waldorf falla precisamente en ese aspecto, manteniendo al alumnado en una burbuja.
Digitalización o alfabetización mediática, por ejemplo, son temas discutidos apasionadamente, sobre todo en reuniones de padres y no tanto durante las clases. ¿Prohibir el uso de celulares o enseñar a usarlos de manera coherente? Sin duda, una pregunta difícil de responder. Mientras algunas escuelas Waldorf siguen esquivando este debate, para sus alumnos hace rato ya que internet forma parte de la vida diaria.
Durante todo el año 2019 las escuelas Waldorf del mundo entero se dedican a celebrar el centenario, con distintas actividades. Una de ellas fue "bees for trees”, un proyecto internacional en el que los alumnos aprendían a crear nidales para abejas salvajes y promover su asentamiento. Otra acción fue una carrera de relevos por toda Alemania, para recaudar fondos. Ésta, al igual que los demás eventos, culminan este 19 de septiembre en un gran festival en Berlín, en el cual participarán alumnos y exalumnos de Europa, Namibia y Australia. Y, como ya no estamos en 1919, sino en 2019, los festejos se trasmitirán en directo vía internet.