Ocurrió en febrero de 2013. Nadine Schubert estaba embarazada y se puso a reflexionar sobre la salud de su futuro bebé. “Es una etapa en la cual se es especialmente sensible a temas como la educación y la salud”, recuerda. Un reportaje de televisión acerca de la basura plástica en los océanos, informaciones sobre los microplásticos contenidos en pasta de dientes o cremas depiladoras, y el hecho de que plásticos sintéticos son fabricados a partir del petróleo como materia prima, despertaron el interés de la periodista. Así, ella recabó información sobre estos temas que pudiera ser aplicable a su vida diaria. “Mientras más aprendí, más consternada estaba”, dice.
Lucha contra los plásticos
Rápidamente, Schubert se percató de que debía prescindir de los plásticos. Pero los continuos traslados a los centros de reciclaje donde es posible procesar la basura plástica la abrumaban. Así, ella decidió no comprar más productos que viniera empaquetados en envolturas plásticas. Esto la obligó a planear muy bien dónde compraba cada artículo. En proceso requirió tiempo y esfuerzo, además de que ella no quería agotar a su familia.
“Algunas cosas desaparecieron rápidamente de la nevera, y de nuestras vidas”, afirma. Golosinas y frituras pasaron a ser un recuerdo. De igual modo, la periodista comenzó a sembrar tomates, lechugas y otras legumbres en su propio jardín. “Quienes vivimos en el campo tenemos cierta ventaja sobre la gente que vive en la ciudad”, señala.
En dos años logró acumular tanta experiencia, que decidió escribir un libro llamado “Vivir mejor sin plástico” junto con la coautora Anneliese Bunk, que vive en Múnich. Ahí existen tiendas donde es posible comprar productos sin embalaje. “Uno puede llevar los productos en recipientes propios, o comprar cepillos de dientes hechos de madera”.
Schubert ordena otros productos por internet, aunque tiene cuidado de no exagerar, pues el transporte de los envíos afecta el medio ambiente: “Pido grandes cantidades de jabón, champú y artículos de madera que basten para un año, a pequeños productores. Ellos no tienen tiendas, sino que viven del comercio por internet”.
El cambio en el estilo de vida no ha resultado más caro. “Compro de manera más consciente que antes. Al final uno ahorra tiempo, pues evito todos los productos que estén relacionados con el plástico”.
Vestuario sano
Los productos de limpieza los elabora ella misma a base de jabón y otros elementos. Cuando se presentan dolencias, Nadine Schubert recurre a remedios caseros comprobados que no provoquen reacciones secundarias. No toma analgésicos, pues estos vienen en envoltorios de plástico.
En ocasiones, lo más difícil de este modo de vida es la compra de ropa sin plásticos. El poliéster y la poliamida están presentes en la mayoría de las prendas de vestir. Schubert menciona que un suéter puede llegar a ser fabricado con hasta 25 botellas recicladas de tereftalato de polietileno (conocido como PET).
“Hay otros productos como las lavadoras de ropa, el televisor o el teléfono móvil, para los cuales no hay alternativa al plástico, y por eso hago con ellos una excepción”. Pero aparte de eso, Nadine Schubert mantiene un estricto boicot a la vida con plástico. No obstante, suele detectar restos de materiales plásticos. Cuando esto sucede, los recolecta y los lleva al centro de procesamiento. La última vez que estuvo ahí fue hace cerca de un año.