La caza furtiva sigue siendo una gran amenaza para muchas especies, a pesar de las medidas globales para combatirla. Ahora una aplicación móvil podría ayudar a impedir esta actividad ilegal, incluso en zonas remotas.
El mundo digital, en el que vivimos hoy en día, está conectado en muchas áreas. La mayoría de nosotros tenemos un teléfono móvil y estamos siempre localizables. La tecnología tiene acceso a muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana y con frecuencia incluso la ha simplificado. Pero debido a la fácil accesibilidad a esta técnica, también se originan nuevos problemas. Los cazadores furtivos, por ejemplo, pueden poner en peligro la existencia de especies enteras en todo el mundo, no solo con las armas, sino también con la ayuda de sus teléfonos inteligentes.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el sureste asiático es la zona cero para establecer el ritmo de extinción de las especies. La organización enumera 150 especies terrestres y acuáticas, nativas de la región, que están en peligro de extinción. Algunas se consumen hasta su extinción, otras son víctimas del comercio ilegal. Se considera que algunas especies poseen poderes curativos, o sirven como trofeo y símbolo de estatus. En África Central, diversos estudios estiman que la caza furtiva sistemática es responsable de la muerte de 100.000 elefantes de selva africanos. Esta cantidad supone una disminución del 64% en los últimos 10 años.
Existen diferentes enfoques para combatir contra estas cifras. Una es la fuerza de las armas. Pero luchar contra los cazadores furtivos en escaramuzas, no solo es peligroso, sino que también es costoso y caro. Por ello, un consorcio internacional de organizaciones ecologistas se ha embarcado en una nueva estrategia, de alta tecnología, para detener tales pérdidas.
Cazando a los cazadores ilegales
Los ecologistas pretenden anticiparse a la actividad furtiva para impedir la caza ilegal, incluso antes de que ocurra, en lugar de simplemente reaccionar a ella. Para ello, un software debe ayudar a los guardabosques a localizar los lugares remotos, donde normalmente los cazadores furtivos desarrollan su actividad sin ser molestados. El plan lo lidera la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (del inglés, Wildlife Conservation Society, WCS) de Nueva York, junto con otros siete grupos conservacionistas.
La aplicación tiene el esperanzador nombre de SMART (del inglés, Spatial Monitoring und Reporting Tool). El software proporciona a sus usuarios diferentes informaciones sobre la situación actual de la caza furtiva, mostrando lo que ha sucedido, y dónde. Diseñado para ser compatible con dispositivos GPS, tales como teléfonos móviles particularmente robustos y resistentes a la corrosión atmosférica, también permite a los gestores conservacionistas mapear y seguir las actividades de los guardabosques, en imágenes.
"Podemos recopilar y analizar todo tipo de datos", afirma Alexa Montefiore, coordinadora del programa SMART. "Podemos ver dónde patrullan los guardabosques, pero también hacer observaciones sobre lo que encuentran allí. Sin embargo, la principal característica de SMART es que también opera en entornos offline (fuera de línea). Se agrupan los datos recogidos para que todo sea más eficiente", explica.
A diferencia de los conceptos anteriores, los datos ya no se recogen en estaciones de campo individuales, sino que se transfieren a una oficina central y se almacenan en servidores seguros. Los guardabosques introducen sus datos en un dispositivo móvil, que van a parar a un software de visualización de datos. Como resultado, surgen patrones, según Montefiore, con cuya ayuda los gestores pueden dirigir a los guardabosques hacia las áreas críticas, que están potencialmente en peligro, así como enviar los recursos necesarios.
Los ecologistas creen que la capacidad de recopilar información sobre el terreno, tanto de la existencia de animales como de cazadores furtivos, podría suponer un cambio de rumbo. Especialmente para los guardabosques y las organizaciones no gubernamentales, que se enfrentan a múltiples amenazas en el hemisferio sur. Mientras tanto, SMART ya se aplica en 130 áreas protegidas de 29 países de África, Asia y América Latina. Y la tecnología podría aún adoptarse en otras partes. Colombia, por ejemplo, está interesada en integrar el software libre en su propio sistema de parques. Eso haría un total de 58 parques, según Montefiore.
Utilizando la amplia difusión de los teléfonos móviles
De todas formas, un observador y atento guardabosques, con dispositivo móvil, no puede ser la panacea contra el comercio ilegal, pero aún así se beneficia de dos tendencias tecnológicas. En primer lugar, el sistema le permite subir y compartir información digitalmente; y en segundo lugar, es más barato. El precio de los teléfonos móviles resistentes oscila entre 120 y 500 €, siendo mucho más baratos que los primeros y voluminosos equipos de comunicación. Los dispositivos móviles inteligentes de hoy son tan productivos y eficientes como lo eran los ordenadores portátiles hace tan solo unos años.
Por otra parte, el uso de teléfonos celulares en Asia y África se ha disparado. De acuerdo con una encuesta realizada por la empresa de estudios de opinión Gallup, en 2013 casi dos tercios de todos los hogares en el África subsahariana poseían al menos un teléfono móvil. Asimismo, los teléfonos inteligentes también juegan un papel cada vez más importante en el sureste asiático. En Camboya, por ejemplo, el 58% de la población urbana y el 47% de la población rural posee un teléfono móvil.
"En muchas áreas en las que operamos, la gente tiene acceso a esta tecnología", cuenta Antony Lynam, director del programa asiático de WCS. "Para muchos, los dispositivos móviles inteligentes son parte de la comunicación cotidiana. SMART no es más que otra herramienta tecnológica, que pueden utilizar. En este momento tenemos cinco o seis sitios piloto", explica Lynam.
Esfuerzo conjunto
Además de WCS, otras instituciones y ONG están probando enfoques similares a favor de la conservación y en contra de la caza furtiva. Por ejemplo, un proyecto ambiental, financiado por crowdfunding, pretende poner teléfonos móviles a disposición del grupo étnico Ju|'hoansi, un pueblo africano cazador-recolector considerado como el guardián de la zona del Nyae Nyae, en Namibia. Según el sitio de recaudación de fondos, los Ju|'hoansi pretenden utilizar los móviles para controlar y mapear la usurpación ilegal de ganado en sus tierras ancestrales.
Otro ejemplo sería una aplicación de nombre Sapelli. Es una herramienta de cartografía que permite a los pueblos indígenas que viven en la Cuenca del Congo monitorizar y registrar las acciones de los cazadores furtivos que operan en su región.
No obstante, Lynam señala que la tecnología es tan eficaz como quienes la utilizan. Tanto es así, que "los cazadores furtivos pueden perjudicar el trabajo de los guardabosques con relativa rapidez, especialmente en áreas con maderas valiosas o especies raras", dice. "Tan pronto aparecen los contrabandistas en escena, comienzan a sobornar a los guardabosques”, matiza. Lynam habla por experiencia. En su carrera como conservacionista, ha visto a menudo cómo los contrabandistas pagan mucho dinero a los guardabosques para que hagan la vista gorda.
Riesgos tecnológicos
A su vez, el uso de la tecnología, en sí mismo, no está exento de riesgos. Si un cazador furtivo, o contrabandista, tuviera acceso a la base de datos de SMART, las consecuencias serían considerables. No solo para los guardabosques, sino también para las especies que tratan de proteger.
De modo que la batalla está servida. Los traficantes están bien organizados y poseen el “mejor engranaje de comunicación, vehículos y redes de personas” para ayudarles a sacar las mercancías ilegales a través de los puntos de control internacionales. Por ello, los esfuerzos contra la caza furtiva necesitan también buenas armas, según explica Lynam. "Esto representa un desafío continuo para las fuerzas del orden", añade.
Los ecologistas deben permanecer flexibles y encontrar nuevas formas de combatir el problema de la caza furtiva. Por lo tanto Lynam aprueba la aplicación de SMART y su capacidad para echar un vistazo a la situación actual de las áreas protegidas. Los conservacionistas necesitan esta información con el fin de tomar las medidas adecuadas.