El modelo matemático que explica por qué las langostas se convierten en una plaga
El pasado mes de julio, una nube de langostas arrasó con 1.500 hectáreas de cultivos en la provincia de Santiago del Estero, en el norte de Argentina.
Con una movilidad y de una magnitud sin precedente en por lo menos 40 años, este enjambre destruyó sembradíos enteros de cebollas, zanahorias y alfalfa.
Y aunque ahora la situación parece estar relativamente controlada, el hecho es que los ataques de estos insectos han causado estragos a lo largo de la historia.
¿Pero cómo se agrupan para atacar una cosecha? ¿Y cuántas langostas hacen falta para empezar una plaga?
La última pregunta suena a chiste malo. Pero no lo es.
Según señala Christian Yates, profesor de biología matemática de la Universidad de Bath, en Reino Unido, se necesitan tres.
Las ventajas de estar en grupo
Yates y sus colegas de la Universidad de Bath, con la colaboración de investigadores de las Universidades de Manchester y Warwick en Reino Unido y de la Universidad de Adelaida, en Australia, analizaron el movimiento de grupos de diferentes tamaños de estos insectos y desarrollaron un modelo matemático que imita el comportamiento colectivo de las langostas.
Entender cómo se forman los enjambres y qué puede hacerse para desarmarlos puede ser una herramienta crucial en la lucha contra estas plagas, responsables de hambrunas y colosales pérdidas económicas, argumentan los investigadores.
"Cuando la comida escasea, las langostas se juntan y pasan de ser individuos solitarios a tener un comportamiento más gregario y agresivo. Comienzan a marchar juntas, se multiplican, tienden a comer más y así se vuelven una plaga", le explica a la BBC el autor principal del estudio.
Estar juntas les ofrece una serie de ventajas: les facilita encontrar comida pero también les permite mantener la estabilidad del enjambre.
Insecto caníbal
Por lo general, las langostas se mueven en la misma dirección que sus vecinas y cambian el rumbo de forma espontánea, al igual que otros grupos de animales como los peces o los estorninos.
El modelo desarrollado por los investigadores demostró que para mantener esa cohesión la langosta dentro del grupo debe interactuar al menos con dos individuos de forma simultánea.
"Sin esos dos vecinos, los insectos no pueden reproducir esos cambios de dirección espontáneos que solemos ver", señala Yates.
Sin vecinos cercanos, sus movimientos son más aleatorios.
Y la razón que explica por qué las langostas prestan tanta atención al movimiento de sus vecinas es que son insectos caníbales.
Comerse a su compañera es la forma más efectiva de conseguir las proteínas y los minerales que necesitan para subsistir.
Al mantener la formación, evitan exponer a sus vecinas su lado más vulnerable.
El estudio, publicado en la revista Physical Review E, suma información a las observaciones hechas anteriormente por el mismo equipo en torno a las langostas.
De acuerdo a estas investigaciones previas, cuantos más miembros hay en un grupo, más largos son los intervalos entre los cambios de dirección.
Cómo desarticular una nube de langostas
¿Pero qué aporta este nuevo estudio en términos de cómo desarmar un enjambre?
"Una de las cosas que nuestra investigación pone de manifiesto es que el ruido o las situaciones aleatorias son muy importantes para las langostas", le dice yates a la BBC.
"Si podemos aumentar el azar o el ruido que experimentan las langostas, podremos romper el enjambre", agrega el investigador.
Cambios externos, como por ejemplo las condiciones del viento, pueden afectar las interacciones entre ellas.
El investigador sugiere que se podrían utilizar avionetas para hacer vuelos al ras y así crear alteraciones atmosféricas para perturbarlas.