Las pilas de borregos y cabras muertos por congelación se amontonan contra las rocas, fuera de la vista.
Son las víctimas del dzud, un desastre invisible y brutal que ocurre solamente en Mongolia donde la sequía del verano se combina con un duro invierno y vastos números de cabezas de ganado mueren ya sea de hambre o de frío.
El último dzud en 2010 mató a ocho millones de animales.
Se piensa que descendió A ciclos de cinco años y cada vez que ocurre provoca un caos.
"Estamos tratando duramente de mantenerlos vivos", dice la pastora Bayankhand Myagmar, de 50 años, al referirse a sus borregos y cabras muertos. "Pero nada de lo que hacemos ha servido".
En Mongolia no ha llovido desde julio pasado y este invierno las temperaturas bajaron hasta a -50ºC durante días.
La nieve cubrió hasta 60% del territorio y las nevadas fueron más intensas de lo normal.
El dzud ha empeorado debido al pastoreo excesivo y a la insidiosa desertificación.
Sin lluvia el pasto no puede crecer en las vastas estepas durante el verano y los millones de animales que viven de éste no pueden sobrevivir el frío invierno. Y mueren.
Este verano más de 2.550.000 personas resultaron afectadas por el dzud.
La salud de un animal es más importante que la del dueño
Bayankhand vive en la provincia de Uvs, a más de 1.000 km al oeste de la capital, Ulan Bator.
Ha sido pastora desde 1990 y este es el peor dzud que ha vivido. Ya perdió más de 450 de sus 700 animales.
Sentada en su ger, una de las tradicionales casas redondas mongolas que comparte con su hija discapacitada y su hijo, dice: "Si perdemos a todos los animales, no tendremos nada para vivir".
La familia coloca la salud de los animales por encima de la suya y dentro de la tienda están 20 de los animales más debilitados.
Afuera varios borregos están tirados en la tierra y respiran con dificultad.
Bayankhand asegura que se levanta cuatro o cinco veces en la noche para revisar a los animales, ya que tienden a dormir apilados y pueden sofocarse.
La pastora ya vendió su auto para comprar más heno para este invierno y está endeudada con los mercados locales.
"¿Qué haremos si los perdemos a todos?".
Los funcionarios que se encargan de ayuda advierten que nadie pone atención a este "asesino silencioso" cuyo impacto es severo.
Los pastores dependen de sus animales para casi todo, para carne y leche pero también queman sus desechos para calentar sus hogares y venden sus pieles para comprar comida y pagar las escuelas y universidades de sus hijos.
Perder a los animales puede significar caer en la pobreza.
A menudo, a falta de otras alternativas, deben emigrar al centro del país o a la capital, que es hogar de más de la mitad de los 2,8 millones de habitantes del país.
Pero los pastores no tienen otras habilidades para conseguir un empleo.
La emergencia comienza cuando la carne se abarata
Dogoonoo vive con otras 13 personas en tres pequeñas gers en la provincia de Uvs.
La pastora de 72 años comenzó el invierno con 230 cabezas, pero 210 han muerto desde enero.
"Ver morir a los animales nos está destruyendo", dice. "Pero incluso si nos queda sólo un animal, haré todo lo que está en mi poder para mantenerlo vivo".
Las agencias de ayuda en el país dicen que si hay una sequía en el verano entonces habrá un dzud el siguiente invierno.
Pero ahora están tratando de cambiar la forma como se reconoce oficialmente que ha ocurrido en dzud, para que puedan emitirse las ayudas.
Este año el gobierno no calificó la situación en el país de emergencia, así que es menos fácil poder pedir ayuda a las organizaciones internacionales.
"En Mongolia parece existir la actitud de que es mejor no predecir un mal invierno, porque esto solo alentará un mal dzud", dice Kevin Gallagher, representante interino en Mongolia de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de la ONU.
Al funcionario le gustaría que se lanzaran las predicciones después de una sequía en verano pero antes de que empiece a caer la nieve, y también cuando el precio de la carne disminuye 25%.
Cuando esto ocurre los bancos retiran los préstamos para los pastores, lo que eventualmente conduce a que éstos se queden sin alimento para sus animales.
En otoño pasado, cuando se acercaba el invierno, los pastores mataron a millones de cabezas de ganado para venderlas por carne.
Ya sabían que los animales más débiles no podrían sobrevivir y esto causó que el precio de la carne cayera de US$75 a US$25 por borrego.
El mercado se vio sobresaturado y se disparó el ciclo de insolvencia de los pastores.
A pesar de que ya pasaron los meses más fríos, el pasto de las estepas comenzará a crecer de nuevo a finales de mayo y se calcula que hasta entonces seguirán muriendo al día unos mil animales.
Así que con cada dzud, será cada vez menos factible el tradicional estilo de vida de los pastores en las estepas mongolas.