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Los secretos de Täo Porchon-Lynch, la profesora de yoga de 98 años

Los secretos de Täo Porchon-Lynch, la profesora de yoga de 98 años
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Además de dedicar su vida a esta práctica milenaria, Porchon-Lynch participa en competencias de baile de salón junto a su pareja 70 años menor que ella. Su vida ha dado diversos giros hasta convertirse en lo que es hoy, toda una celebridad.

Täo Porchon-Lynch es más que una profesora de yoga. Para la mayoría de sus estudiantes es una guía de la vida.

Enamorada del buen vino, de hablar suave y vestida con pronunciados tacones y grandes zarcillos, Porchon-Lynch asegura que es una persona afortunada.

Por lo menos así lo siente ella, quien es a sus 98 años la profesora de yoga de más edad del mundo, hito registrado en el Libro Guinness de los Récords.

"Nada es imposible, es como cuando te levantas y te dices que este va a ser el mejor de día tu vida. Y lo será", le dijo a la BBC.

"Si pones tu pensamiento en algo positivo se podrá materializar. No pienses en cosas malas. Eso me ha ayudado".

Por el mundo

Nacida en India en 1918, Porchon-Lynh ha llevado una vida digna de ser llevada al cine.

A los ochos años descubrió el yoga cuando vio a niños en la playa contorsionando sus cuerpos para lograr extrañas posturas.

En 2012 fue reconocida por el Libro de los Récords Guinness como la profesora de yoga de más edad en el mundo.

"Fuí donde mi tía y le pregunté '¿ellos me dejarían hacerlo?' Ella me respondió 'Eso no es un juego, es yoga, y no es para las niñas'. Entonces fue cuando empecé a hacerlo", contó en una entrevista con el periódico estadounidense New York Times, ciudad en la que reside cuando no está viajando por el mundo.

Además de dedicar su vida a la práctica milenaria del yoga, Porchon-Lynch también participa en competencias de baile de salón junto a parejas que son más de 70 años menores que ella.

Vivió en Londres y formó parte de un grupo de bailarinas que entretenían a soldados durante la Segunda Guerra Mundial.

Pasó tiempo junto a Mahatma Gandhi, Nöel Coward y el Dalai Lama y vivió en Hollywood, donde comenzó a enseñar yoga.

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Para la mayoría de sus alumnos, Porchon-Lynch es una inspiración para la vida.

"Lo mejor que me ha podido pasar es ver a alguien a quien le estás enseñando decir que no puede hacer esto o no puede hacer aquello".

"Y de repente comienza a aparecer una sonrisa en su rostro y darse cuenta que sí lo pueden hacer. Esa es la mayor satisfacción que he tenido", contó en entrevista con la BBC.

No bebe agua

En 1963 se casó con un vendedor de seguros, Bill Lynch, con quien compartió su pasión por el vino hasta el punto que ambos fundaron la Sociedad Estadounidense de Vino.

Tras la muerte de Lynch en un accidente de motocicleta en 1982, ella volcó su vida al yoga.

"Cuando estás en contacto con tu interior estás en contacto con tu aliento de vida, no puedes evitarlo. Lo primero que se tiene que aprender es a respirar y moverte con tu respiración. Tiene que venir de tu cuerpo", explicó.

Porchon-Lynch contó que además del vino también tienen una debilidad por el té, aunque que nunca bebé agua.

Además de enseñar yoga, Porchon-Lynch es conocida por sus dotes de bailarina, participando constantemente en competencias de baile de salón.

Su ascenso a la fama se produjo en 2012, cuando fue reconocida oficialmente como la profesora activa de yoga de más edad y cuando fue la modelo de una serie de fotografías sobre yoga del fotógrafo Robert Sturman.

Esas imágenes se hicieron viral en las redes sociales y desde entonces Porchon-Lynch se ha convertido en toda una celebridad.

Sin embargo, para ella lo más importante sigue ocurriendo en la intimidad de su estudio.

"Tuve está experiencia con este chico que vino a una de mis clases en Baltimore y estaba con lágrimas en los ojos por el dolor que esteba sufriendo, que había ido a ver a muchos doctores y tomaba todo tipo de píldoras pero que nada le servía", contó.

"Pero cuando le enseñé un par de cosas, de ponerse de cabeza apoyado en la pared, dijo que por primera vez no se sentía enferma en mucho tiempo".

Y aquello que predica también lo pone en práctica.

"He tenido tres artroplastia de cadera y los doctores me dijeron que no iba a poder hacer una serie de cosas", recordó.

"Les demostré que lo podía hacer y lo sigo haciendo. Tal vez no de la misma manera que cuando era más joven, pero tomo una respiración profunda y hago que sea posible".

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