Una vez más, las redes sociales se han convertido en escenario de asombro y confusión. Esta vez, los usuarios se han topado (y no por primera vez) con un curioso fenómeno al retroceder virtualmente hasta octubre de 1582 en sus calendarios digitales. Lo que encuentran es desconcertante: el mes salta del día 4 al 15, borrando diez días de la historia.
"¿Puede alguien explicar octubre en el año 1582? El tiempo no es real", tuitea una persona perpleja. Otra añade que es "raro de remate". Aunque pueda parecer un error de programación o una broma de algún desarrollador con demasiado tiempo libre, la realidad es que esos días nunca existieron.
Pero tranquilos, no estamos ante una anomalía del espacio-tiempo. La explicación, aunque sorprendente, es bastante terrenal y tiene nombre y apellidos: el papa Gregorio XIII.
Para entender lo que pasó, retrocedamos al siglo XVI. En aquel entonces, la mayor parte de Europa utilizaba el calendario juliano, instaurado por Julio César en el 45 a.C. El problema era que este calendario no se ajustaba perfectamente al año solar, acumulando un pequeño pero significativo error: era 11 minutos y 14 segundos más largo que el año solar real, lo que producía un desfase aproximado de un día cada 314 años.
Este desajuste no era solo una curiosidad matemática; causaba problemas prácticos, especialmente para la Iglesia católica. Desde el Concilio de Nicea en el año 325, la fecha de la Pascua debía fijarse el primer domingo después de la primera luna llena tras el equinoccio de primavera, que entonces caía el 21 de marzo. Con el tiempo, el equinoccio se había desplazado, y para el siglo XVI, caía alrededor del 11 de marzo. Esta discrepancia complicaba la celebración de la Pascua y otros eventos eclesiásticos.
El nuevo calendario gregoriano
Para resolver esta discrepancia, el papa Gregorio XIII convocó a una comisión de expertos, entre ellos el astrónomo jesuita Christopher Clavius y el médico Aloysius Lilius, quienes trabajaron en un nuevo esquema de calendario que eliminaba tres años bisiestos cada 400 años. Después de años de estudios y debates, el papa promulgó finalmente en 1582 el nuevo calendario gregoriano, que conocemos y usamos hoy en día.
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La solución para corregir el desfase fue drástica: eliminar 10 días de octubre de 1582. Así, la gente se fue a dormir el 4 de octubre y se despertó el 15. Imaginen el asombro: "¿Me he dormido una semana y media?"
¿Por qué octubre? Simple estrategia eclesiástica: era un mes sin festividades religiosas importantes. No querían arriesgarse a que la gente se quedara sin Navidad o sin Semana Santa.
Una transición complicada
La transición no fue fácil ni inmediata. Solo Italia, España y Portugal estaban preparados para el cambio en octubre de 1582. Otros países católicos se sumaron en los años siguientes, mientras que las naciones protestantes y ortodoxas se resistieron durante siglos; Gran Bretaña y sus colonias no lo adoptaron hasta 1752, y Rusia lo hizo en 1918.
Esto, como era de esperar, creó también situaciones surrealistas. Por ejemplo, cruzar una frontera podía significar viajar en el tiempo, adelantándose o atrasándose 10 días. En Fráncfort, una turba se amotinó contra "el papa y sus matemáticos". Algunos temían que sus vidas se acortarían 10 días o que los santos no escucharían sus oraciones "atrasadas".
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El cambio también afectó a cumpleaños, alquileres e intereses. Imaginen tener que recalcular todo para un mes de 21 días. Un dolor de cabeza para los contadores de la época, sin duda.
Curiosamente, en la actualidad, los diseñadores de iOS decidieron respetar esta peculiaridad histórica en el calendario del iPhone, permitiéndonos viajar virtualmente a ese extraño octubre de 1582, un eco digital de una decisiva y antigua solución a un problema astronómico y religioso que muestra cómo incluso nuestro tiempo moderno sigue estando ligado a decisiones tomadas hace casi cinco siglos.
Así que la próxima vez que alguien comente necesitar "más horas en el día", tal vez valga la pena recordarle que, en octubre de 1582, hubo quienes perdieron 240 horas de golpe.