Los puristas dirán que la moda de “bookstagram” es superficial, pero esta comunidad literaria cree estar impulsando la lectura y el debate sobre la literatura.
Libros con velas, cojines y mantas. Libros con un perrito peludo. O con una linda taza de té, o con el capuchino perfecto, organizados por colores en una estantería, o en las manos de un sonriente amante de la literatura. Esas son las combinaciones típicas que encontrará en el perfil de un bookstagrammer. Las referencias a Harry Potter ganan puntos extra.
La comunidad de los amantes de los libros en Instagram gira en torno a "presentar la portada de un libro en un ambiente acogedor”, explica Berenike Woy, de la editorial Carlsen Verlag. Para la responsable de redes sociales de este sello, con sede en Hamburgo, especializado en el público juvenil e infantil, "la mayoría de las imágenes expresan la idea de un estilo de vida hygge”, ese popular concepto danés de la felicidad que podría resumirse en pasar una noche fría en casa, a ser posible cerca de una chimenea, y con suéteres y calcetines bordados con renos, copos de nieve u osos polares.
Si usted es alérgico a cualquier cosa remotamente inspirada en esta filosofía cotidiana escandinava, más le vale mantenerse al margen de la comunidad bookstagram. "No difunda la negatividad”, recomienda Jessi Sieb, conocida en Instagram como @witcherybooks. Sus otros consejos para quien quiera convertirse en un exitoso influencer literario son "sea fiel a sí mismo, haga lo que sienta que debe hacer y no se rinda”.
Jessi, que tiene 15.000 seguidores en la red social, se abrió la cuenta en 2016, con 18 años. Dice que intenta dedicarle entre tres y cuatro horas al día, lo cual compagina con sus estudios de literatura y un trabajo a tiempo parcial. Pese a que espera poder trabajar en el sector editorial en el futuro, quiere mantener Instagram como un hobby. "Sería demasiada presión si fuera un empleo”, confiesa a DW.
Si bien Jessi tiene que estudiar los clásicos literarios en la universidad, la fantasía y la ficción juvenil son sus géneros favoritos. Con tantos títulos en su lista de lecturas pendientes, ¿no se convierte Instagram en una limitación al tiempo que al final pasa leyendo? "Eso es verdad”, admite. Pero añade que su actividad literaria en la red social "también es una motivación increíble para leer”.
Intercambio de ideas
Quizás los amantes de la literatura que buscan reseñas tradicionales para inspirar su próxima lectura encuentren estas imágenes estilizadas de las portadas algo superficiales. Pero es una cuestión de perspectiva, dice Jessi: comparados con los instagrammers de moda, por ejemplo, que solo buscan lograr tantas reacciones positivas como sea posible, las publicaciones de los bookstagrammers suelen ser más largas e incluyen hilos de debate sobre libros.
"Los libros son cultura e ideas, y todo el mundo puede tener su propia opinión sobre ellos. En los comentarios, la gente intercambia su opinión sobre el contenido del libro, sobre los personajes, o sobre lo que no les gustó”, explica la joven.
En un principio, Jessi se adentró en el mundo de Instagram en busca de una comunidad de amantes de los libros: "No tenía a nadie con quien hablar de libros porque crecí en un pueblo pequeño donde a la gente de mi edad no le interesaban los libros. Fue una necesidad”.
Esta comunidad es internacional. Actualmente hay unos 26 millones de posts con el hashtag #bookstagram. En los países de habla alemana, este entorno crece a diario. Hace cinco años, había quizás entre 100 y 200 blogueros literarios, términos con el que los bookstagrammers se llaman a sí mismos en alemán. A día de hoy la cifra se sitúa entre los 2.000 y los 3.000, estima Berenike Woy de la editorial Carlsen.
Cada vez más influencia
Berenike creó su propia cuenta hace cinco años y fue contratada por el sello literario el año pasado para gestionar las redes sociales del negocio. Explica que las editoriales ahora animan a los influencers de Instagram a compartir contenido de forma regular sobre sus libros invitándolos a eventos especiales con sus autores favoritos, o mandándoles libros para que los reseñen acompañados de detalles relacionados con la obra.
Estas prebendas no inspiran a Nils Kückmeister, en la red social @bunteschwarzweisswelt. "No hago esto para recibir libros gratis. Ni siquiera sabía que eso existía cuando empecé”, sostiene. Esa iniciación digital tuvo lugar hace cinco años, cuando él solo tenía 14. Sencillamente le divertía sacar fotos creativas que compartir, hasta que poco a poco se fue centrando cada vez más en los libros.
Küchmeister es ahora uno de los bookstagrammers más populares de Alemania, con más de 33.000 seguidores. Algo con lo que a veces no se lleva del todo bien: "Odio que me llamen influencer”.
La influencia real de los bookstagrammers sigue sin estar clara, ya que hay muchos factores que afectan a las ventas, subraya Berenike. Pero en cualquier caso las editoriales siguen de cerca lo que se mueve en las redes sociales.
Libros como accesorio y telón de fondo
Entre las grandes estrellas de la escena bookstragrammer está James Trevino, quien protagoniza la imagen que ilustra este artículo. Ha sumado ya 233.000 seguidores usando libros para crear esculturas y paisajes relacionados con historias famosas. Otra de las modas del "porno de libros” de Instagram es reclinarse sobre una suerte de alfombra de libros abiertos.
Los más críticos se preguntarán si los libros de estos posts de Instagram son más bien accesorios, en lugar de una lectura. Pero para Nils ambas cosas son compatibles: "Es mejor adentrarse en la literatura así que no hacerlo… Si puedes combinar la creatividad con la lectura de libros y el debate sobre ellos, ¿por qué no?”.
El mundo lleva prediciendo la muerte futura del libro impreso más de una década, pero estos perfiles en internet de la Generación Z muestran que sus miembros siguen amando el papel. Aunque sea simplemente porque los ebooks no lucen bien en Instagram.
Y, se lean o no hasta el final, los libros alineados en una estantería siguen siendo una forma de expresar la identidad de una persona. Eso es lo que los bookstagrammers quieren mostrar al mundo. O al menos a unos cuantos miles de seguidores.