La biblioteca Ocean Beach de San Diego es una de tantas bibliotecas en EE.UU. donde los miembros pueden llevarse a casa semillas, además de libros. ¿Podrá el proyecto comunitario proteger la diversidad vegetal local?
A primera vista, la biblioteca Ocean Beach de San Diego es como cualquier otra biblioteca pública: los visitantes revisan los estantes, se sientan en las mesas a leer periódicos o usan los ordenadores gratis. Pero en el mostrador, donde se piden libros prestados, también hay paquetes de semillas.
Hay docenas de variedades de semillas ordenadas alfabéticamente por nombre y origen en un catálogo de fichas. Desde la primavera de 2019, los visitantes de esta biblioteca han podido llevarse semillas a casa y sembrarlas.
La esperanza es que alguno de los 150 miembros de la biblioteca regrese en otoño con alguna muestra de su cosecha e historias que contar. Al igual que en el caso de las bibliotecas públicas, las bibliotecas de semillas tratan de compartir y construir una comunidad.
Para Destiny Rivera fue algo natural ofrecer libros y semillas. La bibliotecaria y jardinera aficionada, fue quien inició el proyecto. Creció en Hawái y heredó de su padre una buena mano con las plantas.
El proyecto de Rivera es uno de los más recientes de las más de 500 bibliotecas de semillas que se han abierto en Estados Unidos, Europa y otros lugares, desde que un grupo de defensores de la justicia social y la alimentación sostenible de California lanzó la Red de Bibliotecas de Semillas en 2011. Los voluntarios del proyecto publicaron directrices y recursos en línea para ayudar a otros a establecer sus propias bibliotecas de semillas.
"La gente viene a decirnos que ha guardado semillas en su garaje durante años”, cuenta Rivera, destacando el papel que desempeñan los usuarios de las bibliotecas en la construcción de las reservas de semillas. La biblioteca de Ocean Beach también recibió donaciones de semillas de miembros de la comunidad para lanzar el proyecto.
Promoción de la diversidad alimentaria
La Red de Bibliotecas de Semillas tiene como objetivo informar al público sobre las especies de plantas y tipos de suelo únicos en sus regiones, ya sea en la montaña, en la costa, en el desierto, en el campo o en la ciudad. Cada biblioteca es un poco diferente para satisfacer las necesidades de cada comunidad.
En Ocean Beach, Rivera entendió el proyecto de semillas como una forma de añadir otra faceta más a la próspera y abierta escena de alimentos de la ciudad costera, donde ya existe un mercado de agricultores, huertas comunitarias y una cooperativa de alimentos.
La biblioteca también colabora con jardineros experimentados del distrito de San Diego. Juntos han creado una serie de talleres en los que las personas, independientemente de su nivel de conocimiento, aprenden a conservar las semillas, así como cuáles son las técnicas de jardinería más adecuadas.
Leigh Watson Adams, paisajista de profesión y uno de los miembros más experimentados de la biblioteca de semillas, ha participado para conocer a otros amantes de la jardinería.
"Si se cultiva algo a partir de una semilla y se cuida bien de la planta, es definitivamente una ventaja”, dice Adams. "Es como si estuvieras acompañando a la planta en su crecimiento”.
La conservación de semillas también es una forma de promover la biodiversidad de plantas y alimentos en un momento en que solo cuatro grandes corporaciones (Corteva, ChemChina, Bayer y BASF) controlan alrededor del 60 por ciento del mercado mundial de semillas, según el activista de alimentos Nathan Lou, cofundador de la ONG Mongol Tribe.
"Una manera de fomentar la independencia de la producción agrícola a gran escala es cultivando los propios alimentos y las medicinas”, explica Lou.
En los talleres, su organización enseña a la gente de San Diego a cultivar plantas. También participan miembros de la biblioteca de Ocean Beach. Destaca lo que los activistas de la alimentación han aceptado y ha sido confirmado por estudios de la FAO: el control y la patentabilidad de las semillas por parte de las empresas podría llevar a la pérdida de diversidad vegetal, ya que las grandes corporaciones se centran en unas pocas variedades de cultivos, como el trigo y la soja.
"Las semillas son un recurso natural que nos pertenece a todos. No deben ser controladas ni manipuladas por un puñado de empresas”, critica Lou.
Una manera de asegurar que las variedades inusuales de frutas y verduras no desaparezcan de la mesa es cosecharlas localmente. Lou posee una gran parcela de jardín en el distrito de San Diego, donde cultiva muchas variedades de plantas antiguas para su familia y amigos. En su opinión, poseer las semillas para el cultivo es una parte esencial del proceso.
Un impulso para los guardianes de semillas
Los guardianes de semillas de California, como Lou y la biblioteca de Ocean Beach, recibieron un gran impulso en 2016, cuando el gobernador Jerry Brown firmó la Ley de Democracia e Intercambio de Semillas.
La ley exime a los intercambios no comerciales de semillas de los requisitos de etiquetado y pruebas, uniéndose así a Nebraska, Illinois y Minnesota (estados con leyes similares) en el proceso.
"Esta es una pieza clave de la legislación que ofrece a la gente la oportunidad de intercambiar semillas sin tener que enfrentarse a ninguna responsabilidad o litigio potencial”, explica Lou.