Hace 113 años desembarcó en las costas de Valparaíso un personaje único e hilarante. Su nombre: Federico Von Pilsener, profesor alemán, comisionado por el Gobierno de su país, vestido de levita, con un paraguas que le servía de bastón y también con sombrero de aire tirolés. El motivo de su visita era "estudiar las costumbres salvajes de una lejana región llamada Chile".
La llegada de Von Pilsener, en 1906, no estuvo exenta de chascarros. Cuenta la historieta que, con sus 107 kilos y 6 gramos de peso, el corpulento germano desestabilizó el bote de acercamiento a la costa y cayó al mar junto a su fiel compañero, un perro salchicha que obedecía al nombre de Dudelsackpfeifergeselle, y que en idioma alemán significa algo así como "aprendiz de gaitero".
De esa primera odisea, Von Pilsener escapó con bastante ingenio ya que, sin desesperarse, abrió su paraguas para que le sirviera de vela; con suavidad, el viento los arrastró hasta la orilla, a él y a su mascota.
Hoy, Federico Von Pilsener es considerado el primer personaje de la historieta cómica chilena. El dibujo apareció por primera vez en junio de 1906 en la revista semanal Zig-Zag, la primera publicación de carácter misceláneo producida en Hispanoamérica.
La historieta se publicó irregularmente, diecisiete veces en el lapso de un año. Su creador, el pintor chileno Pedro Subercaseaux Errázuriz, firmaba este relato gráfico bajo el seudónimo de Lustig, que significa "gracioso" en la lengua de Goethe.
"Otto y Fritz"
El origen de Federico Von Pilsener estaría vinculado a los clásicos chistes de Otto y Fritz, dos personajes muy populares de comienzos de siglo XX, y que representaron –en casi toda Latinoamérica– una caricatura del inmigrante alemán de la época.
El periodista y poeta Jorge Montealegre Iturra, autor del libro "Von Pilsener. Primer personaje de la historieta chilena”, cuenta a DW que "es muy probable que la historieta de Lustig estuviese vinculada a esta cultura y folclore oral, que se manifestó en los chistes y cuentos de Otto y Fritz, muy extendidos en Chile, especialmente en el sur".
Entre 1850 y 1875, el Gobierno chileno impulsó un plan de colonización en ciudades sureñas como Osorno, Puerto Montt y Valdivia. Esto permitió que más de 6.000 alemanes, austríacos y suizos llegasen al país sudamericano.
El investigador Montealegre, quien ha centrado su labor en la historia del humor gráfico, la historieta y la música popular chilena, explica que los chistes de Otto y Fritz se basaban siempre en los equívocos de estos hermanos alemanes, o bien en su ingenuidad por ser extranjeros y no dominar el idioma español.
"Pedro Subercaseaux le da una fisonomía, un carácter a estas historias y al imaginario que se tiene del alemán. Es decir, el típico personaje que está gordo por la longaniza y cerveza (de ahí su nombre), que va acompañado de su perro salchicha y llega a Chile a tomar notas de cómo es este país 'salvaje'. Von Pilsener es un agente extranjero que informa a Alemania”, dice a DW.
Suave humor negro
En una de sus notas, Von Pilsener apunta sorprendido: "En Chile, existe la hermosa costumbre de obsequiar billetes de banco a los extranjeros el día 25 de junio de cada año”. Pero esa tradición, a la que refiere el sabio alemán, se trata más bien de un soborno, recibido durante unas elecciones municipales en la ciudad de Santiago.
"Hay una sátira social y política. Es un humor suave e irónico (…) De alguna manera, es la tradición del humor chileno, bastante negro. Nosotros nos reímos de nuestras desgracias, por ejemplo, contamos chistes en los funerales. Es una forma resiliente de enfrentar la tragedia”, declara a DW Jorge Montealegre.
Los desastres naturales ocupan una página en esta tira cómica, especialmente el terremoto de 1906. Ese 16 de agosto, como cuenta la historieta, Von Pilsener se preparaba para ir a la ópera, "cuando sintió que la tierra se volvía loca de remate y en un suspiro que llegó hasta la mitad de la calle, se puso a rezar devotamente el argumento de Hansel y Gretel, su libro de oraciones favorito".
En las aventuras del forastero también está siempre presente su perro salchicha. "Es lo que permite a Von Pilsener conversar con alguien, porque no tiene a Fritz de los cuentos de Otto. No está solo", señala a DW Montealegre.
Durante el viaje de Von Pilsener se viven, mayoritariamente, situaciones jocosas, aunque también se plasman, de manera muy cautelosa y sutil, algunas reivindicaciones populares, relacionadas con las condiciones de trabajo de obreros del salitre en el norte de Chile.
"Más tarde, vuelve a Alemania a informar de su aventura. También visita Francia. Esa es una de las características que lo convierten en el primer personaje de historieta cómica chilena, porque es un viaje, entonces, hay una secuencia, una periodicidad a diferencia de otras tiras. El personaje no cambia, ni en su carácter, atuendo o mascota", destaca el investigador.
Una autocrítica
La nacionalidad de Von Pilsener tiene una justificación. Su creador, Pedro Subercaseaux –en sus memorias– así lo destaca: "Es un deseo de hacer resaltar, en forma humorística, nuestros propios defectos, exponiéndolos a la crítica de un imaginario observador europeo y nada más".
Y no se trata de un espíritu antigermánico, agrega su autor. Es más bien la mirada del extranjero, desde afuera, "para tener una distancia con el pueblo chileno, porque Subercaseaux vivió en Europa y su padre fue embajador en Alemania. Él viene de la oligarquía, de una familia privilegiada", dice a DW Jorge Montealegre.
Del humor a la religión
La desaparición de Von Pilsener de la revista Zig-Zag está relacionada con la biografía su inventor. En 1907, Pedro Subercaseaux se casó con Elvira Lyon. Más tarde, durante la I Guerra Mundial, solicitó la nulidad de su matrimonio al Vaticano, para convertirse en monje benedictino y dedicarse a una vida religiosa. De ahí en adelante, dejaría para siempre el humor gráfico.
"Hurgueteando entre una infinidad de papeles, tuve la sorpresa de toparme con la reproducción de uno de mis dibujos hechos en Chile, que representaba al profesor Von Pilsener con su fiel perro Dudelsackpfeifergeselle, sacada de una revista alemana. ¡Qué pequeño es el mundo!", recordó Subercaseaux en sus memorias.
"También había algo un poco vergonzante en gente de la clase alta de hacer estos chistes. Una cosa era ser pintor, un artista, como lo fue él, y otra era hacer caricaturas. La caricatura y el chiste no tenían un estatus artístico", dice a DW Jorge Montealegre.
Aunque, curiosamente, los primeros dibujantes cómicos chilenos provienen de la pintura clásica. Por ejemplo, Antonio Smith, un destacado pintor de paisajes, es considerado el primer caricaturista que surgió en el país.
El primer personaje de la historieta cómica chilena sigue apareciendo, de vez en cuando, en periódicos y revistas. "En Chile, se convirtió en el estereotipo del alemán", asegura Montealegre. El legado de Von Pilsener persiste, aun cuando la pluma de Lustig nunca más volvió a dibujar al sabio alemán de más de 100 kilos y a su simpático perro salchicha.