Un grupo de historiadores medievales que trabajaba en archivos de la Universidad de York, en el Reino Unido, encontró evidencias de que una monja del siglo XIV fingió su propia muerte para poder disfrutar de una vida de libertad fuera del convento.
Según indica The Guardian, la historia de esta mujer fue develada gracias a una pequeña nota escrita en latín en uno de los 16 largos tomos de la época en los que se registraban los negocios de los religiosos de York entre 1304 y 1405.
La nota fue escrita por el arzobispo William Melton en 1308, y en ella le ordenaba a la monja que regresara al convento de St. Clement: "Adviertan a Juana de Leeds, monja de San Clement de York, que debe regresar a su casa".
Lo más llamativo, siempre basándose en el relato del arzobispo, es que la monja logró huir con un elaborado plan casi de película. El mensaje escrito por el religioso indica que "con la ayuda de muchos cómplices y malhechores, creó con malicia un maniquí a la semejanza de su cuerpo para engañar a los fieles devotos".
Y continúa: "Ella tuvo la desvergüenza de procurar su falso entierro en un espacio sagrado para los religiosos del lugar".
El arzobispo luego indica que "de una manera astuta e infeliz, dándole la espalda a la decencia y al bien de la religión", la monja "pervirtió su camino de forma arrogante" y siguió la ruta de "la lujuria carnal, lejos de la pobreza y la obediencia".
Todo esto no sin antes "haber roto sus votos y descartando el hábito religioso". "Ahora deambula fuera a pesar del peligro que supone para su alma y del escándalo que existe en toda la orden", se puede leer en el texto de 1308.
Según la profesora Sarah Rees Jones, principal investigadora del proyecto, los escribas no registraron si Juana volvió al convento o no. "Desafortunadamente, y esto es realmente frustrante, no sabemos el resultado del caso. Hay bastantes casos de monjes y monjas que dejaron su vida religiosa y no siempre logramos tener todos los detalles", indicó la académica.
Otros documentos de la época relatan que en 1301 una monja del convento de St. Clement llamada Cecily se reunió con "ciertos hombres" en la puerta del convento, donde había caballo ensillado, "y, despojándose de su hábito de monja, se puso otra túnica y cabalgó con ellos a Darlington, donde Gregory de Thornton la estaba esperando, y con él vivió por tres años o más ”.
Rees Jones explica "muchas veces tanto hombres como mujeres dejaban sus casas religiosas porque no querían ser célibes y preferían tener una relación y casarse". "Muchas de estas personas entraban al convento siendo adolescentes, y entonces no todos querían realmente dedicarse a la vida religiosa".