Una asistente judicial en el tribunal de Utah, Kaylee Bays, se encontraba ansiosa por el nacimiento de su hija, quería que ocurriera pronto. Para acelerar el proceso, no se le ocurrió nada mejor que conseguir una orden judicial que exigiera que el bebé naciera en los próximos tres días.
"Ha cometido una molestia", decía la orden. "Mami se siente incómoda y se está quedando sin espacio para usted! Demasiado ardor de estómago y pataleo...", dice la orden judicial.
Bays había estado lidiando con un embarazo que no terminaba nunca, comentó al Deseret News. Ella comenzó a experimentar contracciones dos semanas antes de su fecha de parto y "pensó con seguridad que era la hora del bebé". Pero las contracciones se detuvieron y volvió al trabajo.
"Los trabajadores de la corte y yo hacíamos bromas sobre la permanencia del bebé para siempre", le dijo a Babble. Fue entonces cuando decidió escribir la orden de desalojo.
La jueza Lynn Davis firmó el documento con gusto y le dijo a Bays que era la primera vez, en 31 años, que le pedían que firmara un aviso de desalojo para un feto. Por inusual que parezca, esta petición funcionó. Alrededor de 12 horas más tarde el bebé nació.