El 8 de junio de 1901, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga contrajeron matrimonio en la iglesia de San Jorge de la ciudad gallega de La Coruña. Para la ocasión, Elisa se hizo llamar Mario y decidió vestir un traje de pantalón y chaqueta masculinos.
Días antes, el mismo párroco había bautizado al joven Mario, quien le había hecho creer que era hijo de padres protestantes ingleses y quería convertirse al catolicismo.
Ante la aparente devoción del joven, el sacerdote no debió sospechar cuando le dijo que también deseaba casarse con Marcela, la persona con la que había convivido los últimos años.
Más de un siglo después, la boda de Marcela y Elisa sigue inspirando libros, exposiciones y artículos.
Y recientemente, el ayuntamiento de La Coruña, en el noroeste de España, anunció que dedicará una calle a las dos protagonistas de aquel casamiento, reivindicado como un caso pionero de matrimonio homosexual.
Pero la historia de Marcela y Elisa -"una de las más extraordinarias historias de amor de todos los tiempos", en palabras del escritor gallego Manuel Rivas- no empieza el 8 de junio de 1901 ni termina en Galicia, sino al otro lado del Atlántico.
Escándalo internacional
"Se conocieron hacia mediados de la década de 1880. Marcela estaba estudiando en la escuela de magisterio de la ciudad de La Coruña y Elisa, que había estudiado previamente la misma carrera, estaba trabajando allí. Allí se enamoraron", le dice a BBC Mundo Narciso de Gabriel, autor del libro "Marcela y Elisa, más allá de los hombres", publicado en gallego en 2008 y traducido al castellano en 2010.
Durante más de una década, desde 1888, las dos mujeres convivieron en distintos lugares de la provincia de La Coruña.
Sin embargo, en 1901 deciden casarse. Y en ese momento termina su vida de anonimato.
"Después de la boda fueron a dar un paseo y se hicieron una fotografía con José Sellier, que era uno de los fotógrafos más importantes de la ciudad. Y volvieron a Dumbría, el pueblo donde trabajaba Marcela. Ya durante el trayecto, algunos pasajeros descubrieron que Mario en realidad era Elisa", relata de Gabriel, quien también es decano de la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de La Coruña.
Al llegar al pueblo, los vecinos develaron el engaño y las noticias del extraño caso no tardaron en llegar a La Coruña. La prensa local inició una cobertura exhaustiva.
"El público muestra un gran interés por conocer los pormenores de la historia, la prensa gráfica compite por publicar la exclusiva de la fotografía. El suceso tuvo una repercusión enorme y no solo en Galicia, sino también en la prensa madrileña y en la prensa de otros países, como Francia, Bélgica o Argentina", apunta de Gabriel.
"Pero el engaño solo salió a la luz por la osadía que tuvieron al volver al lugar donde habían vivido como dos mujeres hasta unos días antes", agrega.
Solidaridad portuguesa
Ante el acoso de la prensa y la persecución de la Iglesia y la policía -el juez había decretado su búsqueda y captura-, la pareja a huye de España y se asienta en la ciudad portuguesa de Oporto.
Allí, Elisa se hará llamar Pepe. Y, de nuevo bajo la apariencia de una pareja heterosexual, las jóvenes viven como marido y mujer durante dos meses.
El 18 de agosto de 1901, a petición de la policía española, son detenidas y encarceladas.
"Se produce en Portugal un movimiento de solidaridad con las dos españolas matrimoniadas, como dicen los titulares de la prensa. Y tiene lugar una cobertura mediática tan espectacular por lo menos como la que había sucedido en España. La prensa toma partido a favor de la causa de Marcela y Elisa y una parte de la sociedad portuguesa y algunos españoles residentes en Oporto también defienden a las dos mujeres", destaca de Gabriel.
Pese al revuelo, España solicita la extradición de la pareja y Portugal la acepta.
Sin embargo, antes de ser enviadas a España, son juzgadas y absueltas por los delitos que se les imputaban en el país vecino.
Y antes de que se produjera la entrega, Marcela y Elisa vuelven a escapar, esta vez con dirección a Argentina. Nueva huida y nuevo cambio de identidad. En Buenos Aires, Marcela se hará llamar Carmen y Elisa, María.
Nueva vida en Argentina
Estamos en 1903 y han pasado ya dos años desde el matrimonio.
Elisa es la primera en llegar a Argentina. Poco después lo hace Marcela, acompañada de una niña, su hija, que había nacido en Oporto el 6 de enero de 1902.
Pero, ¿quién era esa niña que nació apenas seis meses después del matrimonio de las dos mujeres y qué función tiene en esta historia?
"La hija creo que tiene un papel central en toda esta historia. Creo que si decidieron casarse pudo haber sido por dos razones. La primera explicación es a la que apunta Elisa cuando es entrevistada por la prensa portuguesa. Según esta versión, Marcela quedó embarazada como consecuencia de las relaciones que tenía con un joven del lugar y que Elisa se travistió para dar cobertura al niño o niña", relata de Gabriel.
"La segunda hipótesis, que a mí es la que más me gusta, pero reconozco que no tengo ninguna base en que sustentarla, es que pudo haberse tratado de un embarazo premeditado. Es decir, que Elisa y Marcela no se conformaban con convertirse en marido y mujer sino que querían tener descendencia", sugiere el autor.
El rastro de esta hija se pierde en Argentina, se lamenta de Gabriel, quien asegura que la relación de Marcela y Elisa "está llena de sombras".
La nueva vida de las jóvenes en Buenos Aires, en un principio, no parece diferir mucho de la de miles de inmigrantes gallegas, muchas de las cuales encontraban trabajo en el servicio doméstico.
No obstante, pocos meses después, su historia da un nuevo giro.
Elisa -quien en España fue Mario, en Portugal Pepe y en Argentina se hacía llamar María- contrae matrimonio, esta vez como mujer, con un hombre de origen danés.
"El matrimonio no es feliz y el matrimonio acaba mal, entre otras cosas porque Elisa, que en Argentina se llama María, se niega a tener relaciones sexuales con el marido. Había una diferencia de edad importante de más de 20 años", cuenta de Gabriel.
"Después de hacer indagaciones, el marido descubrió que estaba casado con la persona que en España había protagonizado un matrimonio sin hombre, que fue el titular acuñado por el diario La Voz de Galicia. Denuncia a su mujer y solicita la anulación del matrimonio. El juez decide que María, la anterior Elisa, debía ser examinada por tres médicos. La conclusión fue que se trataba de una mujer y que el matrimonio era perfectamente válido", añade.
¿Qué pasó tras este dictamen? ¿Siguió Elisa conviviendo con su marido danés? ¿Qué fue de Marcela y su hija?
El desenlace de esta relación se desconoce. La pista de sus vidas, apunta el autor gallego, se pierde en esta época.
Sin embargo, su "matrimonio sin hombre" sigue causando hoy tanto asombro e inspiración como hace 100 años.
La escritora gallega Emilia Pardo Bazán, contemporánea de Elisa y Marcela y precursora del feminismo en España, lo expresó con claridad en un artículo dedicado a la pareja:
"Declaro que, para conseguir esta transmigración de hembra a hombre —lo único, según fama, que no cabe en las atribuciones del Parlamento inglés—, se necesita una habilidad extraordinaria, y que quien la ha realizado, cualesquiera que sean sus fines, no es un ser vulgar".