Fue el pionero de los trasplantes con órganos sintéticos y uno de los médicos más famosos y reconocidos del mundo. Se llevó aplausos y reconocimientos, pero algo en la trayectoria de Paolo Macchiarini no estaba bien.
Y hoy se sabe que la mayoría de quienes recibieron su "revolucionario" tratamiento murieron. ¿Qué salió mal?
En julio de 2011, el mundo médico hablaba de un avance inédito, realizado en Estocolmo, Suecia. El cirujano italiano Paolo Macchiarini había realizado el primer trasplante de órgano sintético del mundo, con una tráquea plástica.
Fue una revolución. Implicaba el fin de las listas de espera para encontrar donantes compatibles. Tráqueas y otros órganos serían fabricados de forma rápida, segura y a medida para cada paciente.
Macchiarini trabajaba en el prestigioso Instituto Karolinska, cuyos profesores son los que deciden cada año quién recibirá el Premio Nobel de Medicina.
Sin embargo, cinco años después, su trabajo amenaza con sepultar la histórica reputación del centro y de su institución hermana, el Hospital Universitario Karolinska.
De los nueve pacientes que recibieron el tratamiento, siete murieron. Los dos que siguen vivos han debido someterse a una nueva operación para sacarles las tráqueas sintéticas y reemplazarlas por las de un donante.
La semana pasada, un informe independiente criticó fuertemente las tres operaciones de tráquea sintética que se realizaron en el Hospital Universitario Karolinska.
La investigación, dirigida por Kjell Asplund, presidente del Consejo Sueco para la Ética Médica, encontró que el fundamento científico que impulsó la novedosa operación era débil y estaba condenado al fracaso por no realizar los análisis de riesgo necesarios antes de que los pacientes fueran operados o pasar por la aprobación ética necesaria.
El lunes, otra investigación por separado identificó errores en el proceso de selección de Macchiarini y cuando se hicieron acusaciones en su contra por mala conducta hace dos años.
En el cuadro que emerge de estos informes, vemos un médico que persiste con una técnica que mostró mínimos resultados, capaz de asumir peligrosos riesgos con sus pacientes y una institución médica que con tal de sumar a un cirujano "estrella" ignoraron sustancial evidencia de su falta de criterio.
Macchiarini llegó a Estocolmo en 2010 como uno de los líderes mundiales en medicina regenerativa.
No sólo era profesionalmente conocido. Tenía el porte y la personalidad para dar conferencias de prensa en varios idiomas.
Y dentro del hospital, todos querían hacer lo que hacía el doctor Macchiarini. La medicina regenerativa se puso de moda y muy pocos se atrevieron a hacer preguntas u objeciones sobre la ciencia básica en la que se sostenían los procedimientos.
El primer caso
El paciente que recibió el primer trasplante en 2011 tenía 36 años: Andemariam Beyene, un estudiante graduado de Eritrea que vivía en Islandia.
Después de un fallido tratamiento contra un extraño tipo de cáncer, el paciente fue remitido por sus médicos de Islandia a los expertos en Hospital Universitario Karolinska.
Macchiarini le dijo a Beyene que la cirugía revolucionaria era su única posibilidad de supervivencia y lo convenció de aprobar el procedimiento.
El "andamio" sintético para la nueva tráquea de Beyene se hizo en un laboratorio en Londres. Se sembró con células madre extraídas de la médula ósea del paciente, luego se colocó en una máquina llamada biorreactor, donde se hace girar en una solución diseñada para estimular el crecimiento celular.
La idea era que estas células se dividieran y se convirtieran en células traqueales. Antes de la operación, Macchiarini también depositó astillas de células de la nariz del paciente en el andamio. Se esperaba que desarrollaran un revestimiento de células epiteliales. En efecto, los médicos estaban tratando de hacer crecer una nueva tráquea dentro del cuerpo de Beyene.
Un mes después de la operación, los reporteros de todo el mundo entrevistaron a Beyene en la cama.
"Estaba muy asustado, muy asustado por la operación. Pero era de vida o muerte".
A fines de ese año, Macchiarini y sus colegas escribían en la revista The Lancetque Beyene tenía una "vía aérea casi normal" libre de infección y con tejido nuevo en crecimiento.
La publicación le envió una señal a la comunidad médica de que el "milagroso" proyecto de crecimiento e implantación de órganos sintéticos era un tratamiento viable.
En ese momento, dos nuevas tráqueas sintéticas se habían implantado. La primera (en una operación no supervisada por Macchiarini) fue a una joven británica, quien recibió una tráquea del University College de Londres. La segunda, realizada por el propio Macchiarini, fue implantada en un hombre estadounidense de 30 años.
Ambos pacientes sólo sobrevivieron unos meses. Al estadounidense no se le realizó autopsia, por lo que se desconoce la causa exacta de la muerte, pero lo que sí se sabe es que la tráquea sintética de la mujer británica no funcionaba bien.
"El mayor problema con los materiales utilizados en ese momento era la falta de integración del tejido corporal circundante, tanto en el exterior como en los extremos donde se une a los bronquios y a la laringe", dice Martin Birchall, uno de los cirujanos de UCL.
El paciente fue dado de alta después de la operación, pero murió dos meses después.
Durante los siguientes tres años, Macchiarini implantó seis nuevas tráqueas sintéticas. Cuatro de estos pacientes murieron. No se sabe si sus muertes están relacionadas con las tráqueas, o si se debieron a enfermedades subyacentes o a eventos no relacionados.
El Hospital de la Universidad Karolinska paró el proyecto de Macchiarini en noviembre de 2013, pero continuó realizando los trasplantes como parte de un ensayo clínico en Rusia.
Mientras tanto, los informes sobre la salud del primer paciente, Andemariam Beyene, seguían siendo positivos. En un artículo de 2014 publicado en la revistaJournal of Biomedical Materials Research, Macchiarini reiteró que contaba con una vía aérea "casi normal" un año después de la operación.
El problema es que en el momento en que apareció el artículo, Beyene también había muerto. Tras reiteradas infecciones, su tráquea sólo podía mantenerse abierta artificialmente. Su autopsia reveló la tráquea sintética se había soltado.
Los nueve pacientes de la tráquea sintética
Paciente | Lugar | Fecha de la operación | Resultado |
---|---|---|---|
Andemariam Beyene | Estocolmo | Junio 2011 | Muerte: enero 2014 |
Keziah Shorten | Londres | Septiembre 2011 | Muerte: enero 2012 |
Christopher Lyles | Estocolmo | Noviembre 2011 | Muerte: enero 2012 |
Julia Tuulik | Krasnodar | Junio 2012, Agosto 2013 | Muerte: septiembre 2014 |
Alexander Zozulya | Krasnodar | Junio 2012, Noviembre 2013 | Muerte: febrero 2014 |
Yasim Cetir | Estocolmo | Agosto 2012, Julio 2013 | Sobrevivió (todavía hospitalizado) |
Hannah Warren | Peoria, EE.UU. | Agosto 2013 | Muerte: julio 2013 |
Sadiq Kanaan | Krasnodar | Agosto 2013 | Muerte fecha desconocida) |
Dmitri Onogda | Krasnodar | Junio 2014 | Sobrevivió (tráque sintética debió ser removida) |
Fuente: SVT
Después de la muerte de Beyene, cuatro médicos en el Instituto Karolinska expresaron sus dudas sobre los trasplantes sintéticos y sobre el mismo Macchiarini.
El grupo incluía a Karl-Henrik Grinnemo, que había asistido a Macchiarini en la operación de Beyene en 2011, y Thomas Fux, que participó en el postratamiento de los pacientes de Macchiarini en el hospital.
Alegaron que Macchiarini había tergiversado el éxito de las operaciones, incluso había omitido datos y fabricado otros en sus artículos publicados.
El entonces vicerrector de KI, Anders Hamsten, le pidió a un experto externo, Bengt Gerdin, del Hospital Universitario de Uppsala, dirigir una investigación. En mayo de 2015, Gerdin concluyó que los denunciantes tenían razón: Macchiarini era culpable de mala conducta científica.
Pero en agosto el año 2015 Hamsten y la administración del KI descartaron el informe de Gerdin. Basados en supuesta evidencia confidencial, no sólo siguieron respaldando a Macchiarini, sino que extendieron su contrato.
Lo que la evidencia médica no logró y la TV sí
Al final no fueron los científicos, doctores o abogados los que terminaron con la carrera de Macchiarini, sino un periodista de televisión.
Bosse Lindquist siguió al cirujano por meses para una serie documental del canal público sueco, SVT.
Lindquist también buscó material en archivos del mundo sobre Macciarini. "Resultó que siempre le gustaron los periodistas y los invitaba constantemente a presenciar sus cirugías".
Algunos de los momentos más impactantes de la serie vinieron precisamente de estos archivos.
Por ejemplo, el periodista mostró tomas desconocidas de las broncoscopías de Beyene. El procedimiento, donde los doctores ven las vías aéreas de los pacientes a través de una pequeña cámara, mostró evidencia que no se condecía con los artículos escritos por Macchiarini.
En vez de verse una "vía aérea casi normal", mostraba una cicatriz tan abultada que impedía el paso de aire hacia el pulmón derecho. Los videos también mostraron una fístula (perforación) al final de la tráquea.
Macchiarini asegura que hubo algunos errores en la presentación de los artículos, pero que nunca hubo una intención de publicar información engañosa.
Y en una entrevista con el periodista en 2015, el generalmente relajado Macchiarini se mostró nervioso al ser consultado por qué seres humanos recibieron cinco tráqueas de plástico antes de haber hecho pruebas en animales.
En un primer momento, Macchiarini dijo que su equipo realizó estudios en animales antes de 2011, pero no se publicaron.
Cuando Lindquist señala que no encontró ningún documento de aprobación de este tipo de investigación, Macchiarini cambia su versión y lo increpa "¿Cómo sabe que no hicimos estudios en animales en Rusia?".
Finalmente el médico admitió irritado: "Claro que no hicimos ningún estudio en animales de gran tamaño. No teníamos tiempo y el material que estudiamos era concluyente. Utilizamos fibras aprobadas por la FDA [la Administración de Alimentos y Fármacos de EE.UU.] y ahora están llegando todos los estudios".
Lindquist llamó a su serie documental "Los experimentos". Implícitamente quería decir que Macchiarini trató a seres humanos como conejillos de indias.
Cuando salió al aire en Suecia en enero pasado, fue un éxito. Aproximadamente el 15% de la población prendió la TV para ver esta complicada historia médica.
Anders Hamsten renunció a la rectoría del KI, al igual que Urbano Lendahl, el secretario general del Comité Nobel. Macchiarini fue despedido, y comenzaron varias investigaciones.
La semana pasada, el gobierno sueco despidió a todos los miembros del consejo de administración de KI que seguían en su posición.
Bo Risberg, profesor emérito de cirugía en la Universidad de Gotemburgo y expresidente del Consejo de Ética de Suecia, pidió que el Premio Nobel sea suspendido por dos años como una "disculpa" a los pacientes de Macchiarini y sus familias.
El hecho de no hacer ensayos preclínicos en animales, es el "peor crimen que puedes cometer", dijo.
Un informe publicado la semana pasada sobre los trasplantes de órganos sintéticos realizados en el Hospital de la Universidad Karolinska concluyeron que más allá de que haya un componente de compasión en las operaciones, sigue siendo necesario realizar estudios clínicos. De hecho, Macchiarini debió haber buscado la aprobación del comité de ética. "Es poco probable que el proyecto fuera aprobado", dice el informe.
Es más, tres de los nueve pacientes que recibieron el tratamiento no estaban desahuciados.
A través de un email, Macchiarini le dijo a la BBC que acepta los resultados del informe, pero que le gustaría agregar que era responsabilidad de la administración del hospital presentarse al comité de ética.
"Invito a una discusión internacional y clarificación de los procedimientos éticos que se deben tomar en circunstancias tan difíciles como estas, que incluyen tratamientos experimentales", escribió.
"Está claro que es un área difícil para los médicos e investigadores que la desarrollan, sin embargo, sigue siendo de vital importancia desarrollar nuevos tratamientos y probarlos".
Macchiarini dice que el informe pone de relieve "la gran cantidad de investigación preclínica que hizo sobre los dispositivos traqueales sintéticos", aunque admite que Andemariam Beyene recibió un procedimiento no probado.
"Me gustaría añadir que el bienestar de los pacientes siempre ha sido lo que me motiva, mi preocupación. Aunque puede haber críticas a los procesos de toma de decisiones y a los procesos administrativos, y estos pueden haber tenido consecuencias trágicas que en retrospectiva son profundamente lamentables,todos los involucrados en el el cuidado clínico de estos pacientes sintieronque era lo mejor para esas personas. Eso no se puede pasar por alto".
A pesar de sus muchas apariciones mediáticas, el hombre en el centro del escándalo sigue siendo un enigma.
Por casualidad, la transmisión de los experimentos en Suecia coincidió con la publicación de un artículo en la revista Vanity Fair sobre la supuesta relación de Macchiarini con una productora de televisión que estaba haciendo una película sobre él.
Según la revista de entretenimiento, la productora incluso había encargado su vestido de novia cuando se enteró de que Macchiarini estaba casado con los niños.
Macchiarini no quiso comentar sobre el tema.
"Él es una persona excepcional y tiene esta facultad para dosificar la verdad sólo en la cantidad que le conviene", dice Bosse Lindquist.